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Pablo Tuñón

Derbi con libreto de ópera

La frase de Carmona o cómo se está acabando con la rivalidad que mamamos las dos hinchadas

Entre representación y representación de "Tosca", a la arraigada Ópera de Oviedo le queda un hueco. El sábado 17 no hay oferta operística alguna en la capital, pero bien podían paliarlo. Vendiendo entradas para lo que acontecerá unos kilómetros más allá, en el Carlos Tartiere. O, incluso, llevando el derbi al Campoamor. Como buen drama que puede alcanzar tintes trágicos, se le podía poner música de Puccini. Pero, sobre todo, los aficionados entraríamos por el aro: viviríamos el derbi como si fuésemos a la ópera. Sin gritos, sin aspavientos. Para gloria de quien escribe en estos días el libreto liguero, que no es Rey de Tebas, como Edipo, pero sí es tirano del fútbol y se apellida Tebas.

La amenaza al aficionado español llega con su máxima intensidad al derbi asturiano. A nuestro partido, al de la máxima rivalidad. Al que mamamos en casa, llevándolo en los genes; al que mamamos en nuestro lugar de trabajo, con la piquilla con nuestro colega de turno; o al que mamamos en el chigre, y deriva en acalorada discusión con un amigo entre culete y culete. Pero, sobre todo, al que mamamos en la grada. Lo que siempre fue habitual en la gran semana del fútbol asturiano, ahora es pecado mortal. Siempre bajo la misma excusa, que si incita a la violencia. Y así, bajo la premisa de llevar la paz mundial a los estadios, nos van aborregando en pos de un fútbol que da la espalda al hincha y pone lo que haga falta por hacer negocio. Doy las gracias a Carmona -y me confieso lejano al carmonismo, aunque sí agradezco lo que ha dado al equipo en el pasado- por calentar el derbi. Ya fuese queriendo o sin querer, con una (felizmente) inoportuna frase hecha o con una astuta coletilla, nos hizo recordar, entre un ambiente de zozobra absoluta, que se juega un derbi. Y que en una semana de derbi se suelen (o, más bien, solían) mandar puyitas jugadores y aficiones rivales. Ojalá alguien del Oviedo le contestase. Y, así, toda la semana calentitas las hinchadas. ¡Qué nostalgia!

Pero no. He aquí que Carmona recula. O desmiente que quisiese referirse al Oviedo. ¡Ay, si pusiese los córners con la misma habilidad con la que dio marcha atrás! El derbi es para valientes. Con cabeza, pero valientes.

Y, lo peor, el Sporting manda a la mano que mece La Liga -o sea, Tebas- un aviso por "la interpretación" que se ha hecho de las declaraciones de Carmona. ¡Como si las manifestaciones que hace un personaje público no fuesen para interpretarlas! Una frase que genera piquilla y ya se activa el aparato censor... Bien harían las hinchadas de Sporting y Oviedo en unirse para cantar tres cosas en el partido: el himno de Asturias, "Alcoa no se cierra" y "El derbi somos nosotros". A partir de ahí, que intenten mantener, en la medida que les dejen, la batalla que supone (o suponía) todo derbi.

Un hecho, el de que el fútbol se debe a sus aficionados, que hace tiempo que es una quimera en La Liga. No le vendría mal a la propiedad del Sporting en hacer memoria sobre quién tuvo que organizar la fiesta del centenario del club. Y bien harían los consejeros del Oviedo en recordar cómo vivían el derbi en su juventud, además de, por supuesto, no olvidarse de quién se movilizó para sobrevivir.

Y en estas andamos. Las gradas languideciendo. Estadios grises, sin colorido. El sonido ambiente, casi en mute. En Gijón ya se está dando el paso de la indignación a una resignación indiferente. La ilusión llegando a números rojos. No hay peor síntoma.

Así se llega al derbi. Se levanta el telón. Pongan música de Puccini y piensen en un desenlace trágico. En lo deportivo, seguramente haya alguna víctima. La duda es saber qué final tendrán: si el de Mario, ejecutado por orden del malvado jefe de la policía vaticana, o el de Tosca, precipitándose al vacío para no dejarse capturar. Con este argumento, si el derbi no se convierte en ópera con libreto de Tebas será gracias al aficionado. Si no, siempre nos quedará ver por la tele lo que acontezca en el River-Boca. ¡Bendita pasión!

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