Sería buena idea recibir hoy al ministro Ábalos con un coro de panderetas, y en lugar de una cacerolada, agasajarle con un festival de villancicos. Podría iniciarse el repertorio con el popular "Alegría, alegría, alegría", que después de tanto hacerse de rogar por fin pisa esta ciudad el titular de la cartera más inversora, cuya llegada ha sido finalmente más temprana que la iluminación navideña de algunas calles de La Calzada.
A continuación se podría entonar el célebre "Canta, ríe, bebe", a ver si de la mano de un generoso agasajo el Ministro se compromete a firmar sin demoras el convenio del plan de vías. Se le puede acompañar a "Ataúlfo" o regalarle un saco de oricios, para que entienda que los gijoneses pinchan por fuera pero resultan deliciosos por dentro; que no piense que esta ciudad es Kandahar, aunque tampoco de las que se toman al asalto y por las malas.
En tercer lugar, que entonen las zambombas el "Ya vienen los Reyes", puesto que desconocemos aún si el Papá Noel de Sánchez trae carbón para apilarlo en El Musel en vísperas del cierre de las térmicas o viene con la saca cargada de trenes de verdad o de juguete. Si los regalos anunciados por su antecesor del PP no eran más que filfa y Exin Castillos en el aire.
En ese caso habrá que continuar el recital con "Arre borriquito", el medio de transporte más habitual en esta región en un futuro inmediato, sin aviones y a la vista del retraso de la alta velocidad, de la velocidad media y del alejamiento de las cercanías, con trenes más lentos que un zombi de "The Walking Dead" tratado con Valium.
Y si el aguinaldo ministerial no alcanza a los deseos navideños de los gijoneses, habrá que darle al almirez y que se monte la marimorena.
