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Dos en la carrera / kilómetro 14

El Oviedo se despega

Su buen arranque dejó en evidencia a un limitado Sporting

El Oviedo salió mejor librado de un partido en el que los dos equipos fueron fieles a sí mismos. Decir esto no supone precisamente un elogio, teniendo en cuenta los antecedentes de esta, por ahora, infausta Liga. El Oviedo, como en otras ocasiones, se puso pronto por delante en el marcador. E incluso muy por delante, con dos goles de ventaja en el primer cuarto de hora de partido. Una de sus especialidades en esta temporada es "dar la patada a la zapica". Y quizá la hubiera dado de tener enfrente un equipo con más fútbol que el Sporting. Pero, como no lo tuvo, acabó salvando el resultado, convirtiéndose en un merecido ganador.

Un comienzo decisivo

Todo lo importante ocurrió al comienzo del partido. El Sporting perdió en el primer minuto a Isma Cerro por lesión. Y el Oviedo acertó a hacer un juego profundo y resolutivo. En esos minutos el Oviedo pareció centrado en sus objetivos frente a un Sporting frágil y desconcertado. Ibrahima apareció de forma tan espectacular como efectiva para controlar un envío de Tejera y colocar una sensacional media chilena, imparable para Mariño. Y Alanís puso fin a la sequía goleadora a balón parado de los azules con un gran cabezazo. Y en medio de estas dos jugadas que supusieron el 2-0 hubo otra que puso de manifiesto el desconcierto sportinguista. Fue cuando Álex Pérez dejó seguir un balón, dando tan por supuesto que Mariño saldría a cogerlo que se dio la vuelta, sin darse cuenta de que Berjón se llevaba aquel regalo para plantarse ante Mariño, que in extremis logró arreglar el desaguisado con un desvío a corner.

El Oviedo, mejor plantado

Fieles a lo que vienen siendo a lo largo de la temporada, el Oviedo se plantó mejor en el campo y dio mejor trato al balón. Su defensa controló los envíos sportinguistas y su medio campo hizo circular la pelota con seguridad. Al equipo azul le faltó quizás algo de ambición para buscar ampliar el resultado. Hasta casi la media hora tuvo tan controlado el partido que no necesitó cometer ni una sola falta. El Sporting, desordenado y con pocos recursos, dependía casi en exclusiva de los arranques de genio de Cristian Salvador y de la pelea de Pablo Pérez. Su mayor éxito no pasó, sin embargo, de forzar varios corners y faltas, sistemáticamente desaprovechados por los malos lanzamientos, que contrarrestó sin problemas la defensa oviedista, en la que fue tan importante la incorporación de Alanís como la reaparición de Javi Hernández, que volvió a confirmar las buenas sensaciones que ha dejado cada vez que le han dado la oportunidad.

La opción del Sporting

Anquela tomó en el descanso la decisión de relevar a Saúl Berjón, seguramente para reservarle para el futuro. Y el Oviedo adoptó una actitud más conservadora, que en principio no le trajo mayores sufrimientos porque la capacidad del Sporting se mostraba muy limitada. Baraja, en lo que debió ver como una especie de testamento, optó por ensayar la contrarrevolución y sacó a dos de los fichajes de supuesto relumbrón de esta temporada. Y no le resultó mal. Cofie se hizo notar en el centro del campo y Djurdjevic, sin necesidad para ello de hacer prodigios, jugó sus mejores minutos de la temporada. De una de sus intervenciones salió el penalty cobrado por Neftali ante Alanís y transformado por Carmona. En teoría daba opciones al Sporting y ponía al Oviedo ante la posibilidad de repetir uno de los fiascos a que tiene acostumbrada a su afición. Pero no hubo tal. Si alguien tuvo opciones a mover el marcador fue el Oviedo, que, tras desaprovechar varias oportunidades favorables, dio ocasión a Mariño de hacer la parada del partido, en un cabezazo de Diegui Johannesson tras un saque de falta.

El futuro

Con su victoria el Oviedo no solo pone distancia con su rival sino que recupera la esperanza de progresar en la carrera, de la mano de un entrenador que, evidentemente, queda confirmado, no solo por el resultado. El Sporting, en cambio, ahonda su crisis, cuya salida inmediata parece que será el cese de Baraja, responsable inmediato, aunque no único, del fracaso de un equipo que ni juega ni suma.

Liturgia de derbi

El partido tuvo la liturgia que correspondía a un derbi, algo achicada por la entrada, más bien escasa para lo que se trataba, lo que refleja la decepción que está causando la temporada en las dos aficiones. En el graderío hubo clara superioridad de la hinchada azul, que se exaltó con el "Volveremos " de Melendi, auténtico himno oficioso del club. En esa liturgia hubo, en todo caso, un feo lunar, como el olvido de la muerte de Chuso, un gran jugador oviedista. El Oviedo ha creado una norma para estos casos, pero, cuando se confronta con la realidad, parece un desatino.

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