Treinta y seis meses. Eso es lo que tendrán que esperar todavía los asturianos para ver abierta la Variante. El origen de esta obra es anterior a la llegada del AVE a España y a los planes de la UE para unificar las vías del continente antes de 2030 en el llamado "ancho estándar". Los dos túneles de 25 kilómetros fueron ideados a principios de los ochenta del pasado siglo porque el paso de convoyes por un recorrido que acaba de cumplir 134 años no se sostiene. Pero los debates sobrevenidos luego con la alta velocidad o el tipo de tendido no han hecho más que meter esta descomunal infraestructura en un laberinto. El ministro de Fomento, José Luis Ábalos, acaba de fijar su horizonte para abrirla: 2021. Ya toca cumplir con Asturias.

¿Qué asturiano no se da por satisfecho con trenes que lleguen del centro de la región a Madrid en dos horas y media? ¿Qué asturiano no defiende que nuestra industria, la que más mercancías mueve por ferrocarril de España, pueda transportarlas con rapidez y garantías? Las soluciones para conseguirlo las ponen los técnicos, y las inversiones para ejecutarlas cuanto antes, los políticos. El resto son ganas de enredarse en peleas estériles que lo único que consiguen es dilatar las inversiones. Mientras los asturianos discuten por las comunicaciones, los ministros de Fomento de turno se frotan las manos. Les sirven en bandeja la excusa para gastar el dinero en otra parte.

José Luis Ábalos acaba de fijar en Asturias su calendario para las obras pendientes. Hay que reconocer que, aunque tardó en visitar el Principado, no se escondió. Incluso dio la cara ante los ciudadanos que le esperaron con gritos y pancartas a la puerta del Ayuntamiento de Gijón. Que Asturias esté harta de demoras, exprese su malestar y no comulgue con ruedas de molino también debe entenderlo el ministro. La experiencia suministra abundantes razones para el escepticismo.

Han transcurrido nueve años desde que concluyó la perforación de la Variante y todavía por allí no pasan los trenes. Aznar dijo que la abriría en 2010. El socialista Zapatero, que en 2009. Su sucesor Rajoy lo fió para largo, en 2014. Luego, en 2015. Más tarde, en 2021. Otro túnel, el del metrotrén, lleva doce años cerrado remansando agua. Palabras y palabras. Para los viajeros que circulan a diario al lado de ambas bocas antes de afrontar las rampas de Pajares resulta desesperante. A muchos les obligan, en el colmo de los despropósitos, como un castigo por haber sido malos, a completar marcha atrás la odisea de subir hasta La Perruca o bajar a Puente los Fierros. Deben a Zapatero tal gracia. Para suprimir un paso a nivel en su tierra, León, cortó la vía directa a costa de conducir a los asturianos a un fondo de saco literal.

El nuevo titular de la cartera asume el plazo de apertura fijado por el PP: 2021. Vender a la opinión pública otra demora le habría resultado políticamente un suicidio. Sobre todo cuando ha cambiado la solución en marcha para dar prioridad a las mercancías, con el riesgo sobre plazos que entraña la revisión burocrática. Si potenciar el interés económico es de verdad una apuesta estratégica del nuevo Gobierno de la nación debería ir más allá y no simbolizarse únicamente en una elección de vías. La Variante servirá de poco de no quedar perfectamente entroncada con El Musel, convirtiendo el puerto ampliado en una gran plataforma de productos y relanzando al sector industrial de la región, el que los genera, en vez de estrellarlo contra un montón de inconvenientes.

La visita de esta semana sirvió además para certificar la defunción del itinerario por Pajares cuando abra la Variante. La rampa, una sucesión de 69 túneles que en 1884 constituyó una hazaña de la ingeniería, dejará de usarse. El histórico paso entre las montañas tardó sólo cuatro años en construirse y funcionar, hace dos siglos. El actual necesitará tres lustros. Los ferroviarios consideran las viejas vías un santuario maravilloso único en el mundo. Con la cortedad de miras del debate público dominante, puede que a algún iluminado se le ocurra pronto desguazar ese incalculable tesoro para chatarra.

Ábalos ha hecho suyas todas las demandas que le fueron planteadas: el túnel bajo el Naranco para la zona norte de Oviedo que de manera sorprendente el Alcalde rescató del baúl; la mejora de las cercanías; el plan de vías de Gijón; el soterramiento en Avilés y Langreo; el tercer carril de la "Y"; el corredor Atlántico... Las asume en un contexto, que no oculta, de recursos limitados en su departamento, de gastos fijos crecientes para el mantenimiento de las abandonadas carreteras y de múltiples exigencias desde todas las comunidades, particularmente las mediterráneas, cada cual esgrimiendo un agravio.

Pero ante los asturianos ya es prisionero de sus palabras. Por lo que haga a partir ahora podrá comprobar la región si estamos ante un capotazo de mal torero o ante una demostración del peso político de Asturias en el PSOE de Pedro Sánchez. Nunca los socialistas de la región contaron a la vez con una representación tan cualificada en la dirección del partido y en el Gobierno para influir en sus decisiones.