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LNE FRANCISO GARCIA

Billete de vuelta

Francisco García

La paloma de Jovellanos

No sé qué regusto le encuentran las palomas a utilizar como observatorio el cráneo ilustre de Jovellanos, en su efigie serena de la plaza del Seis de Agosto. Tal vez no sea posible hallar mejor asiento que una cabeza tan bien amueblada como la del prócer gijonés, de cuya relevancia se hace bandera en esta ciudad, donde te encuentras en cada esquina negocios, clubes deportivos, ateneos y hasta peluquerías de apellido jovellanista.

Ayer a mediodía caminaba hacia el Central, a tomar el vermú en ese bar de puertas giratorias donde se hace memoria del maestro Clotas, y una paloma oficiaba de vigía en la ilustre calavera. Ya se sabe que estas aves urbanas contestatarias son gustosas de depositar sus excrementos en fachadas ilustres y monumentos. Así que la dilecta calavera de Jovino lucía ayer una ligera melena de caca de paloma que no hace honor a la egregia figura.

Tal vez la empresa municipal de limpieza debería destinar al más ilustrado de sus trabajadores a regar con un manguerazo diario de agua a presión la azotea del venerable polígrafo. O mantener a un grupo instruido de operarios a tres turnos con un palo largo en las proximidades de la escultura para ahuyentar a las aves defecadoras.

El Ayuntamiento tiene previsto un plan de control de las palomas para evitar su proliferación. Había 2.500 en el último censo y la población sin duda se habrá incrementado. También amenaza con multar a quienes alimenten a las aves en la vía pública, que ya resultan bastante molestas, a la rapiña en las terrazas hosteleras. Cuando Jovellanos dijo que "los manantiales de la abundancia no están en las plazas, sino en los campos" no se refería a las palomas, que deberían sin embargo aplicarse el cuento y emigrar al extrarradio.

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