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Que nos quiten lo leído (y IV)

Quienes editaron los libros

Los editores tenemos voluntad creativa, intentamos entusiasmar a los lectores por aquello que nos parece original, valioso desde un punto de vista poético, progresivo, sin importarnos si es fácil o difícil de entender. Y esto es válido para la ficción y para la no ficción. Es evidente que podemos equivocarnos, y nos equivocamos muy a menudo. Kurt Wolff, "Lectores, libros, aventuras"

No podríamos estar hablando de literatura infantil y juvenil, no podríamos mostrar un amplio panorama de lo que se ha publicado en los últimos 30 años en nuestra región sin las imprescindibles editoriales que hicieron posible esos títulos. Las editoriales han sido las raíces y el tronco del gran árbol de las historias. Pero no viven de la fotosíntesis, no se mantienen del aire. Son empresas y tienen que vivir de lo que facturan. El negocio de las editoriales que se instalaron en Asturias fue, sin embargo, no conseguir hacer negocio. Y ese ha sido un mal negocio.

Su historia -que sería muy necesario contar- se parece a la orografía de nuestra región: sube y baja, aunque rara vez se mantiene en lo alto. Es un misterio que, a pesar de las dificultades, todavía haya quien se empeñe en fabricar libros. En la exposición "Que nos quiten lo leído" teníamos que resaltar la encomiable labor de las editoriales, tanto las que ya no están, pero que dejaron sus frutos, como las que siguen activas, superando, día a día, las adversidades de la climatología.

Para descubrir el misterio que mueve a los editoriales a seguir publicando me he alejado de nuestra tierra en el tiempo y en el espacio. Y he ido a preguntarle a Kurt Wolff, uno de editores más reconocidos del mundo.

-Le agradezco muchísimo, señor Wolff, que haya accedido a conversar conmigo. Si le parece bien, vamos a saltarnos la menudencia de que usted falleció en el año 1963, a los 76 años, atropellado por un automóvil, para centrarnos en lo que nos interesa: el papel de quienes se dedican a editar libros. ¿Dónde aprendió usted su oficio?

-De acuerdo, saltémonos esa nadería y hablemos de la edición, mi pasión. Llevo cincuenta y cinco años oyendo la pregunta de dónde se aprende a editar libros. La respuesta es siempre la misma: en ninguna parte. Se me antoja un atractivo especial de nuestra profesión el que no pueda aprenderse.

-¿Hay alguna condición previa que se necesite para editar libros?

-Para ser editor o editora solo se necesitan dos condiciones: entusiasmo y buen gusto. El entusiasmo es cuestión de carácter y hay que aportarlo en abundancia; el buen gusto se adquiere, pero no en la universidad. Todo lo demás es secundario y se aprende enseguida con la práctica.

-¿Usted editaba los libros que la gente quería leer?

-Le contesto con un rotundo no. Jamás quise obedecer ciegamente el gusto del público. A mí nunca me interesó editar lo que la gente "quería" leer, yo editaba los libros que consideraba que la gente "debería" leer.

-Recomiéndeme uno de esos libros que ha editado y que la gente "debería" leer.

-Sin duda los libros de Kafka. Cuando vino a verme con sus manuscritos, casi traído a la fuerza por un amigo, empecé a leer sus textos y quedé fascinado. Fue un fogonazo, quedé deslumbrado. De inmediato pensé: este es un autor que los buenos lectores no se pueden perder. Estoy muy orgulloso de haber publicado los libros de Franz Kafka. Me da escalofríos pensar que él quería destruir toda su obra.

El gran editor desapareció cuando cerré su libro titulado "Autores, libros, aventuras" (Acantilado, 2017). Me quedé con las ganas de preguntarle si creía que el secreto que mantenía de pie a las editoriales asturianas era, precisamente eso, el entusiasmo. En cuanto vuelva a abrir su libro se lo pregunto.

La exposición "Que nos quiten lo leído, 30 años de Literatura Infantil y Juvenil en Asturias" se puede visitar en la Biblioteca de Asturias Ramón Pérez de Ayala de Oviedo hasta el 31 de diciembre de 2018.

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