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Chalecos populistas

La ira de los ciudadanos de la Francia periférica

Desde hace un par de semanas un malestar sacude Francia, ante la incomprensión de sus dirigentes políticos. Miles de los denominados gilets jaunes (o chalecos amarillos, uniforme que les identifica) paralizaron el país y se manifestaron sin permiso en los emblemáticos Campos Elíseos de París. ¿La razón aparente? Protestar por el incremento del impuesto a las gasolinas, previsto para enero. Pero, como afirmaban muchos manifestantes al ser interrogados, esta decisión no fue más que la gota que colmó el vaso. ¿Qué se esconde, por tanto, tras su enfado?

Pues algo que ya se ha visto en otras partes: sea en la Inglaterra que votó Brexit o en los EEUU que apoyaron a Donald Trump, en 2016. No se trata de masas empobrecidas de las banlieues ni de jóvenes revolucionarios, sino de lo que el sociólogo Christophe Guilluy ha denominado como Francia periférica. Formada por aquellos que viven en pequeñas áreas urbanas o, directamente, rurales, cuya movilidad depende exclusivamente del coche y que se ven abandonados por el Estado. Tienen su paralelismo en los somewhere, descritos por el periodista David Goodhart como la gente que vive anclada a un territorio, orgullosa de pertenecer a él, que se ve excluida de los beneficios de la globalización (a diferencia de los urbanitas cosmopolitas) y que, pese a haber votado a Trump hace dos años, siguen sin percibir en sus bolsillos la mejora económica que vive EEUU.

El tiempo dirá si el movimiento de los chalecos amarillos (horizontal, sin líderes visibles, difícil de controlar por los partidos) se traduce en algo más fuerte que una masa contestataria. Pero el presidente Macron deberá prestar más atención a lo que sucede en su país que a sus ambiciosos proyectos europeos? que no podrá impulsar, si crece la ira de los periféricos.

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