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LNE FRANCISO GARCIA

Billete de vuelta

Francisco García

El sistema

La asignatura de Democracia en las aulas

Transito por la avenida Príncipe Felipe, es mediodía, camino de la Casa del Mar. Me precede, unos pasos por delante, una pareja de no más de 18 años de edad. Es lunes, tras la resaca de las elecciones andaluzas. La que habla es ella. "Yo no entiendo de política, pero ésos de Vox son de lo peor, unos fascistas". El chico asiente, aunque calla, como si la conversación no fuera con él o no le interesara el asunto político, que es lo más probable.

Esta gente no lee periódicos, no atiende a la radio y apenas ve la televisión. La información que maneja le llega por el móvil y a través de las redes sociales, donde por lo general reciben mensajes confusos y con frecuencia teledirigidos. Los partidos políticos lo saben y planean estrategias para hacer llegar su mensaje a este grupo numeroso de votantes sin ideología definida o en todo caso cercanos a la contraria que profesan sus padres, con el ánimo de llevar la contraria. Se trata de mensajes para nada pedagógicos, unidireccionales: nosotros somos los buenos y los demás, los malos. No hay contrincantes, hay enemigos. La política como confrontación, la retórica del escupitajo.

Cada vez se hace más necesaria en las aulas la asignatura obligatoria de Democracia, con exámenes parciales sobre la confrontación de ideas, la oratoria o el respeto a la diferencia. Alguien debería explicar ya a las nuevas generaciones que la mayor grandeza del sistema democrático es la tolerancia, hasta el punto de permitir presentarse a las elecciones a partidos políticos que están dispuestos a dinamitar el sistema. La democracia no es una máquina de botes fríos que se obtienen al instante, sino una viña que hubo que plantar hace muchos años para acopiar buen vino.

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