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Funcionaria del Cuerpo Superior de Administradores del Principado de Asturias

40 años de tolerancia, paz y libertad para España

Una muestra de agradecimiento al trabajo de los padres constituyentes

El 6 de diciembre de 1978 marcó un antes y un después en la historia de España. Algunos vivían con cierto desasosiego aquellos momentos, otros aún no habían nacido y otros, simplemente, iban en sus "sillitas", ajenos a la realidad que les rodeaba. Pero todos ellos pueden disfrutar de un nexo común: 40 años de democracia.

Todos tenemos que agradecer el trabajo realizado por los padres constituyentes en el marco del consenso. Del tan ansiado consenso que hoy, 40 años más tarde, volvemos a reclamar sin demasiado éxito, aparentemente. El "ego" de algunos pocos supera el interés común de la sociedad española, de una nación hambrienta de paz y tranquilidad. En aquellos años, personas de "todos los colores" e ideologías, tenían sus ideas claras en este sentido; en la actualidad, cada uno quiere conseguir "su titular" sin preocuparse por el bien común.

El presidente de la Cámara Baja, Álvarez de Miranda, la definió como "una Constitución modesta, realista e ilusionada". En aquel momento los "diputados y senadores del PNV no han puesto en cuestión la unidad del Estado?" en palabras de Arzalluz. Hoy la unidad de España está tambaleándose.

El representante de los socialistas catalanes Joan Reventós afirmó que "con esta Constitución hoy sí, por fin la guerra ha terminado". Sin embargo, en la actualidad, unos pocos intentan hacer resurgir esa u otra forma de crispación, lo mismo da. El caso es impulsar y promover la confrontación, la quiebra de una nación enturbiada por el malestar que nos invade. Esperemos que no se olviden palabras tales como las citadas por Manuel Fraga: "hemos optado por la vía de la esperanza de que esto pueda ser de la Constitución de las dos Españas, de todos los españoles; ni la del inmovilismo ni la de la revancha".

Deberíamos traer hoy a nuestra mente, las palabras de Carrillo que definió la Carta Magna como la Constitución de "la reconciliación, válida para todos los españoles. Hace cruz y raya con el pasado"

Las palabras de Adolfo Suárez, presidente de Gobierno en aquel momento, ponen de relieve lo que hoy nos gustaría escuchar "que no hay dos Españas irreconciliables, sino que es el triunfo de la voluntad común de alcanzar una razonable, ordenada y pacífica convivencia de todos los españoles". ¿Por qué hoy no podemos decir que "esta Constitución es el fruto de la colaboración de todas las fuerzas políticas y sociales?, de su tiempo, excluye sólo las opciones violentas, tiende a asegurar la estabilidad política"?

Desgraciadamente en los últimos tiempos, el intento de modificación de la Constitución de 1978 no muestra la "superación" de las distintas posturas políticas. ¿Qué se puede mejorar este texto? Sin duda, todo es susceptible de mejora y adecuación a los cambios sociales y económicos; pero esa reforma tiene que ser capaz de asentarse en el consenso; no en el "sí por el sí", sin fundamento alguno. Las genialidades o "ventoleras" no son de este ámbito. Pongamos "los pies en la tierra".

En Cataluña la participación y votación fue superior a la media española, el 91,5% dijo sí a la Carta Magna. Y ahora ¿cómo nos encontramos con Cataluña? Una Comunidad, en la que algunos de sus ciudadanos, dicen no ser españoles y quieren convertirse en una nación.

Personas con distintas opiniones, como las que hemos leído, en ocasiones, tan diversas y antagónicas supieron ponerse de acuerdo. Hoy resulta difícil que este objetivo llegue a materializarse.

Esperemos que la Constitución de 1978 siga viviendo muchos años consolidando y reforzando los valores de libertad, paz y democracia.

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