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Javier Cuervo

Un millón

Javier Cuervo

Quim Torra, ese moderado

Quim Torra es un hombre moderado. La prensa reprodujo artículos suyos en los que barbareaba sobre los españoles, pero estaban sacados de contexto. En el contexto catalán indepe no escandalizaron a nadie, pero plantados en medio de España enfadaron a los que se duchan a diario y, aún más, a los que no.

Quim Torra es un moderado que sube el finde a su montaña sagrada y ayuna dos días en apoyo a los presos independentistas en huelga de hambre. Comparado con una huelga de hambre, un ayuno de dos días es algo simbólico moderado como lo sería una mariscada solidaria en viernes de vigilia, acción también religiosa y pacifista.

Rebuscando el modelo de independencia más moderado, Torra ha encontrado el esloveno, tan poco parecido al catalán que, en el contexto del sacrificio y del final del recorrido que relata, sólo cabe interpretar que pueda semejarse en su resultado: una independencia en 10 días y 62 muertos. Una vía de independencia moderada para lo que nos tiene acostumbrados la historia de las independencias.

Diez días es un corto plazo para salir de este proceso largo y enriscado -que ni pa'lante ni p'atrás- y 62 muertos que fabrique el Estado (España) son pocos a cambio de los kilovatios de potencia victimista que obtendría para legitimar su independización. En la actuación policial del 1-O el Estado hizo el menor uso de la fuerza (y de la inteligencia) legítima y el independentismo catalán obtuvo un portacontenedores de victimismo internacional y nacional con el coste de un ojo de la cara para un ciudadano y para el Estado. El moderado Torra -que confunde pacifismo con actitud pasivo-agresiva- no está llamando a la rebelión, está pidiendo voluntarios para meterse a pecho descubierto por el cañón de un fusil.

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