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Sol y sombra

Las "líneas rojas"

El profesor Félix Ovejero es quien mejor está explicando, desde una posición ilustrada, racional y de izquierdas, la deriva reaccionaria de la izquierda en España. No porque no lo hayan hecho antes otros de modo brillante, Fernando Savater y Félix de Azúa, entre ellos, sino porque su valiosa tesis coincide ahora con los episodios que mejor definen la sinrazón que rodea a ese retroceso marcado por la condescendencia hacia el fanatismo religioso y los nacionalismos excluyentes, la autocensura inquisitorial en nombre de la corrección política o determinados aspectos relacionados con el progreso.

Por eso Ovejero sostiene que lo más estrafalario de la política española en estos momentos no es la irrupción de Vox, un partido que, según él, se aprovecha de la ausencia una izquierda antinacionalista. La singularidad no está en la derecha nacional casposa, que no representa hecho novedoso en la historia de este país y de ningún otro, sí, en cambio, en la izquierda que se ha dejado arrastrar por los cantos de sirena de los soberanistas catalanes y vascos en vez de combatirlos como es debido.

El mejor ejemplo de ese cambio de tendencia no lo representa Podemos, que ha nacido predicando la transversalidad y el escrache callejero, y reivindica el republicanismo del Frente Popular y el derecho de autodeterminación de los pueblos en una sociedad avanzada y garantista como es la española. Lo encarna el propio PSOE, que contribuyó durante décadas a la modernidad del país y ahora parece dispuesto a renunciar a ella para hundirse en la noche de los tiempos al lado de compañías nada recomendables.

Es esa querencia contemplativa de la izquierda hacia el nacionalismo la que ha traído consigo la respuesta de Vox. Ahí está la distorsión: las "líneas rojas" que no se deberían haber cruzado, que dicen algunos socialdemócratas descontentos con el giro imprimido por Pedro Sánchez, que ya empezó a incubarse y gestarse en la desdichada etapa de Zapatero.

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