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LNE FRANCISO GARCIA

Billete de vuelta

Francisco García

Que no le toquen la playa

A la alcaldesa de Gijón no le gusta que le toquen la playa de San Lorenzo. En eso coincide con sus antecesores, que huyeron de la posibilidad de regenerar el arenal, tal como preveía el estudio de impacto ambiental de las obras de la ampliación de El Musel. De hecho, la Autoridad Portuaria tiene reservada una importante cantidad económica desde hace varios años por su hiciera falta reponer arena. Y habrá que reponer, lo diga Agamenón o su porquero.

En esa preocupación, Moriyón coincide también con el común de los gijoneses, que detestan las manchas contaminantes y las de mineral y que asisten estupefactos a la ceremonia de la confusión que supone, cada cierto tiempo, el debate sobre si son galgos o son podencos los responsables de que con cierta asiduidad parte de la playa se vea teñida de negro.

Los expertos del Instituto del Carbón culpan al puerto y su entorno de las frecuentes manchas oscuras de mineral; los del Observatorio de la Playa, por contra, relacionan esos vertidos con el hundimiento del "Castillo de Salas", que naufragó frente al litoral gijonés hace tres décadas, con las bodegas llenas de carbón. Y en ésas seguimos, mes tras mes y año tras año: tuya, mía, cabecina y gol.

Deben entender los políticos locales que es preciso resolver de una vez el acertijo; que hay que encargar estudios serios y multidisciplinares para determinar si es el barco hundido o es la actividad portuaria lo que provoca semejante desazón.

El asunto no se arregla con alegatos plenarios y palabras huecas: hay que dejarse de literatura y agarrarse a la ciencia. No tengan miedo, que el carbón de San Lorenzo no es la piedra negra de la Kaaba.

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