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Mariola Riera

Cuando el maltratador gana

El insólito acuerdo en El Franco para evitar "males mayores"

Viene esto a cuenta de los últimos acontecimientos en el concejo de El Franco relacionados con un caso de maltrato. No deja de sorprender la ausencia de los tan entregados, combativos y solidarios colectivos feministas, amén de los partidos políticos, dispuestos en los últimos tiempos a no pasar ni una con la violencia hacia las mujeres y, por supuesto, a poner a raya a los agresores. Pero en esto nadie ha abierto la boca y si lo han hecho ha sido de forma muy tímida. Es lo que hay.

Sí ha entrado por banda la alcaldesa de El Franco para mediar entre víctima y verdugo -equidistancia, gusta mucho hoy en día- con el fin de "recuperar la paz social y evitar males mayores" en su municipio, entre unos vecinos que por su cuenta y riesgo han decidido lavar en público los trapos sucios de la pareja, que de un día para otro vio cómo su vida y su relación es patrimonio de todos.

La tensión en El Franco surgió después de que a él le detuvieran el pasado viernes tras ser denunciado por coacciones por su exmujer.

En 2014 hubo una primera denuncia y en 2015 la justicia condenó al hombre por un delito de maltrato en el ámbito familiar. En 2017 llegó una segunda condena por impago de la pensión alimenticia de sus hijos.

La última detención no gustó en la calle y en El Franco decidieron el sábado protestar (un buen número, en torno a 300 personas) por lo ocurrido a su vecino, al que finalmente el juez soltó, no sin antes decretar más medidas de protección para la víctima. En la concentración ciudadana no faltó algún que otro descalificativo hacia ella y se puso en tela de juicio su honestidad. Por si la cosa no quedaba clara y para que no se olvidara, empapelaron el pueblo con carteles.

Es fácil imaginar el estado de ánimo de la maltratada, sus familiares y amigos. Y también su estupefacción. Además del mal trago y el disgusto por la vuelta a las andadas del maltratador, se suma la ausencia de gestos públicos de apoyo hacia una mujer que, más allá de cuestiones personales y de su intimidad, sufrió malos tratos. Lo sentenció un juez.

Así las cosas, lo más fácil de entender es que ella haya aceptado irse de El Franco, dejar su domicilio, a cambio de que cese la campaña de apoyo social a su exmarido. Es el acuerdo que ha logrado, tras mediar entre maltratada y maltratador, la alcaldesa de El Franco. Para evitar "males mayores".

Ser víctima de maltrato tiene que ser de lo peor que te puede pasar en la vida, pero sufrir además la incomprensión social debe de ser tremendo, más en tu propio pueblo. ¿Para qué se iba a quedar en su casa y pelear por sus derechos? No le merece la pena. El futuro es suyo y no debe perder más el tiempo. Suerte.

La batalla está perdida, no la suya, que ha logrado que la justicia la respalde, sino la de tener una opinión pública crítica, formada, sensata, responsable y dispuesta a contar hasta tres antes de lanzarse a la calle a enarbolar cualquier bandera.

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