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Millas

El trasluz

Juan José Millás

Una autobiografía secreta

Como vivimos instalados en la funda de la realidad, nos quedamos con la boca abierta cuando nos enseñan el forro. Por eso nos gustan las películas de espías, porque levantan la alfombra para permitirnos acceder a la trampilla que se encuentra debajo. Esto es lo que pensaba mientras progresaba sin pausa, con el aliento contenido, en la lectura de "Primeras personas", el libro de Juan Cruz recientemente publicado por Alfaguara. Pensaba en el revés de la trama, la zona en la que el periodista y escritor se ha movido para levantar los casi cincuenta perfiles de escritores y gente relacionada con el mundo de la edición que forman parte del volumen. He aquí la cara oculta de los escritores y también, en cierto modo, su cocina. De ahí que su lectura provoque a ratos dificultades respiratorias semejantes quizá a las que su escritura debió de provocar en el asmático Cruz.

Y es que resulta imposible no contener la respiración cuando accedemos a la trastienda de los últimos días de Jorge Semprún, por ejemplo, o al linchamiento sufrido por Gunter Grass tras la publicación de sus memorias, pero también cuando nos enteramos de los conflictos existenciales de un poeta de éxito como Mario Benedetti. El volumen habría resultado cruel de no ser por la piedad que el texto libera al modo de esas medicinas que, ingeridas de golpe, actúan sin embargo durante una semana o más gracias al ritmo en que se dispensa su principio activo a través de la sangre. Piedad hacia los retratados que acaba constituyendo finalmente un modo de mirada compasiva también hacia el retratista, pues a través de ellos asistimos a una autobiografía secreta del propio Cruz.

Primeras personas podría haber sido un conjunto de perfiles sin otra relación entre sí que la de la mera yuxtaposición y habría estado bien, incluso muy bien. Pero el instinto novelístico del autor lo condujo a intercalar de vez en cuando unas llamadas "zonas" (zona de descanso, zona de catástrofe, zona de extravío, etc.) que dotan al conjunto de una rara unidad y que constituyen algo así como túneles que comunican subterráneamente las existencias de los biografiados entre sí y la de estos con la del propio Cruz, que se mira en ellos como en un espejo para atravesar la funda y alcanzar también el forro de sí mismo.

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