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José Luis Salinas

El camarote de los de Anquela

Los azules se mueven entre la falta de agallas y la incapacidad

El Oviedo es un barco sin brújula y sin rumbo, que navega por las peligrosas aguas de la mitad de la tabla de Segunda División sin personalidad ninguna, sin un plan de juego y sin un comandante claro. Y así es imposible. El de los Cármenes era el partido ideal para el cambio de rumbo, pero el golpe de timón no llega nunca.

Quizá por falta de agallas, quizá por incapacidad. ¿Quién sabe? Lo que se sabe y lo que comienza a estar nítido es que es necesario un cambio. Uno urgente que haga virar esta dinámica que lleva al equipo hacia tierra de nadie o, peor aún, hacia el desastre total. Hace falta ese golpe de timón.

Por momentos, el Oviedo no hizo un mal partido a las faldas de Sierra Morena, pero nunca pareció un verdadero candidato a ganarle al Granada. Especialmente en defensa los carbayones parecieron por momentos una escena mala de "El camarote de los hermanos Marx". Con demasiados hombres atrás, pero sin ningún criterio. Sin orden, sin jerarquía, ni control. Con Carlos Martínez, al que se le presuponía que debería de dar un toque de veteranía al equipo, cometiendo fallos incomprensibles, y con una defensa central desenchufada. Y así es imposible. A todo esto se suma que los delanteros tenían ayer (y no solo ayer, ya van unos cuentos partidos) la puntería como una escopeta de feria. Y así no se puede, es imposible.

Pero lo más preocupante es que cuando el Oviedo ataca siempre falla en lo mismo, en la toma de decisiones. Y eso, aunque queda fiado al comportamiento individual, también puede entrenarse. O al menos orientar a los jugadores para que eviten algunos fallos en las contras que empiezan a ser clamorosos.

Con todo esto, a nadie se le escapa que el Oviedo empieza a estar en una situación complicada, y quizás el Málaga no sea el mejor rival para dar ese golpe de timón. Sin embargo, tiene toda la pinta que los andaluces pueden marcar el futuro de Anquela en el banquillo del Oviedo.

Da igual el juego que se haga el sábado en el Tartiere, lo único que va a valer va a ser ganar o ganar. No habrá otra opción.

Lo digo porque al de Jaén se le veía medianamente satisfecho con el juego de los azules en Granada. Pero esto no va de jugar bien o mal, va de ganar. Y al Oviedo parece que eso se le ha olvidado. Los de Anquela llevan tres partidos desaprovechando opciones clamorosas para ser valientes, para ir a por unos partidos, que nunca jamás se le deberían de haber escapado, a lo bonzo en ataque. Pero no lo hicieron. Y así es muy complicado.

Confiar en los de Anquela comienza a ser difícil. Muy complicado.

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