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LNE FRANCISO GARCIA

Billete de vuelta

Francisco García

La pérdida de poder de las palabras

Ya no se estilan las cartas de amor, del propio puño y letra. Hace tiempo que pereció el género epistolar, con el advenimiento de las nuevas tecnologías, y apenas le lloran unos pocos deudos. Cuando se estrecha el espacio para plasmar los sentimientos y se limita la literatura romántica a 140 caracteres se recorta también la capacidad cerebral de expresar lo que procede de lo más hondo del interior de cada uno. El cerebro no es un músculo, pero si no se le procura ejercicio el órgano se contrae y se limitan sus funciones y sus capacidades. Cada día que pasa somos todos un poco más descerebrados.

También vive en imparable decrecimiento la costumbre, antaño incuestionable, de escribir felicitaciones navideñas. La gente, adocenada, opta ahora por la comodidad de los vídeos que circulan por la red. A esa fórmula le falta corazón y aliento, justo el alma que aportan a las tarjetas de Navidad las palabras escritas por uno mismo, hiladas por generosos sentimientos. Llegará el día en que no habrá Navidad porque no sabremos cómo expresar lo que esas fechas significan.

Resulta lamentable la pérdida de peso de las palabras, tanto habladas como escritas. En la escuela, de niños, escribíamos al dictado del maestro. Aquella actividad suponía educar el oído a las palabras y a su ritmo, familiarizarse con la escritura y mejorar la ortografía. Hoy día ningún escolar sabe lo que es un dictado, aunque el modelo educativo se antoje formar a las nuevas generaciones al dictado de los intereses de los que en cada momento mandan.

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