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La cantera no puede dividir

El mensaje sin destinatario de Anquela y su peligroso impacto en el oviedismo

"A mí se me está usando la cantera como arma arrojadiza y eso es una injusticia tremenda".

En la última rueda de prensa del año, antes de un parón de diez días y con el oviedismo revuelto por la inestable marcha del equipo e impotente por el poco premio ante el Málaga, Anquela soltó un perdigonazo en la sala de prensa que tocó el corazón del club: El Requexón. Cuando al poco se le cuestionó por el destinatario de su acusación, pregunta obligada ante semejante titular, Anquela se revolvió en la silla y se frenó. No lo aclaró. A los pocos segundos, malhumorado, se levantó y se fue.

La frase inundó rápidamente el debate azul, dividido no sólo por la sorprendente brusquedad (ante una pregunta previsible) de un técnico con más de 500 partidos a sus espaldas, sino por el propio contenido de un mensaje que él mismo lanzó porque quiso, se supone que libremente y fruto del calentón: la cantera como arma arrojadiza en un club que trabaja, precisamente, para convertirla en su gran bastión. En la Junta de Accionistas de la semana pasada, de hecho, el Oviedo presumió en un vídeo de sus avances en distintos ámbitos de la cantera azul: del crecimiento de la escuela para niños a la red de furgonetas que permiten llevar a chavales de toda Asturias a El Requexón. Con un trabajo silencioso y constante, con Eduardo Rergis al mando en la coordinación, el club va dando pequeños pasos para fortalecer un lugar que hace muy poco no era más que un montón de tierra quemada, víctima de desmanes pasados que mejor no recordar. Reconstruir todo aquello y ponerlo en órbita lleva su tiempo, y en ello se está.

Por eso, al acusar sin señalar, Anquela deja en el aire durante demasiados días un debate dañino alrededor del gran pilar de la entidad, terreno propicio para la difusión interesada de teorías infundadas y conspiraciones irreales que sólo llevan a la división y, por extensión, a la autodestrucción. En ese difuso enquistamiento que permite entrever el entrenador se advierte el verdadero peligro. La cantera, incuestionable elemento de unión, guardiana del futuro y de los valores del club, no puede dividir a la afición ni puede ser utilizada para otra cosa que no sea redundar en beneficio del Oviedo. Apoyarla no es estar a favor o en contra de Anquela, como peligrosamente se desliza ahora en esos foros que todo lo saben. El Oviedo, el Vetusta y el resto de equipos de las categorías inferiores llevan el mismo escudo y sus éxitos son los éxitos de un único club.

Anquela pidió en verano una plantilla corta para poder tirar de canteranos, y eso tiene. Fue él quien lo reclamó, así que no le puede extrañar ahora que el debate sobre los canteranos, y las preguntas sobre ellos, estén en el día a día. Precisamente lo está por eso, porque desde el club hay una apuesta clara por hacerles hueco en la medida de lo posible. Ponerlos o no ya es decisión del técnico, como ocurrió el sábado con Viti, uno de los más destacados frente al Málaga. Por eso se le preguntó por él: porque había jugado, y muy bien, con el primer equipo en el Tartiere. Su respuesta, tan contundente como difusa, fue un flaco favor para la entidad porque espolea una división inoportuna en víspera de Navidad. Y la cantera, sobre todo la cantera, está para unir, no para dividir.

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