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Europa: cristianos y musulmanes

Para los musulmanes somos cristianos cuantos vivimos en Occidente y no pertenecemos a su religión. En este artículo tomamos el concepto de cristianos en un sentido semejante, sociológico y cultural, no religioso. En este sentido, existe una oposición binaria entre el conjunto musulmanes, cuya definición interna es religiosa y unitaria en su modo de vida, y el conjunto cristianos, cuya definición interna no es de tipo religioso sino cultural, con un modo de vida muy diverso.

De entre las relaciones entre estos dos conjuntos, nos interesa ahora la de expansión/recesión en la que ambos se encuentran en Europa. A pesar de las políticas de promoción de la natalidad de algunos países, la población cristiana está por debajo de la tasa de reemplazo. En cambio, la población musulmana de Europa mantiene altas tasas de natalidad y se beneficia de estas políticas. A ello se añade el flujo constante de musulmanes hacia Europa. ¿Cuáles serán las consecuencias de esa oposición binaria?

Puede ayudarnos a vislumbrarlas el proceso de expansión del cristianismo en el Imperio romano durante cuatro siglos. Conocer alguno de los factores de su éxito, que pasó de los ciento veinte cristianos iniciales (Hechos de los apóstoles, 1,15) a convertirse en la religión dominante de Occidente, puede ser un buen espejo de futuro en el que Europa se mire para ver musulmanes donde antes había cristianos.

También el cristianismo estableció una oposición binaria con el paganismo, de un modo semejante a la actual entre cristianos y musulmanes: igualmente la definición interna del conjunto cristianismo era religiosa, frente al conjunto paganismo, cuya diversidad de creencias e ideas filosóficas no le daba ninguna cohesión interna. En este sentido, podemos identificar, mutatis mutandis, a los cristianos de Roma con los musulmanes de ahora, y a los paganos con los cristianos europeos.

En efecto, los cristianos de entonces -como los musulmanes de ahora- tenían una profunda convicción religiosa que les daba una sólida cohesión interna, con objetivos comunes, entre los que estaba el proselitismo y la imposición de sus creencias religiosas y su modo de vida, cuando ello fuera posible. Los primeros cristianos, después de siglos de proselitismo, lo consiguieron en el siglo IV. Los musulmanes están esperando su oportunidad.

El paganismo romano padeció desde el principio un déficit demográfico debido a varios factores: el escaso interés por el matrimonio y los hijos, la exposición de estos, la escasez de mujeres, las epidemias, el divorcio, los métodos anticonceptivos y el aborto. Roma se vio obligada a seguir una política natalista, como la de Augusto, que favoreció a quienes tenían tres o más hijos e impuso sanciones monetarias a las parejas sin hijos, a las solteras de más de veinte años y a los solteros de más de veinticinco, pero con escaso éxito: dice Tácito (Anales, III, 25) que, a pesar de ello, prevaleció "la falta de descendencia".

No sucedió lo mismo entre los cristianos, por su rechazo doctrinal a la mayoría de factores causantes de la escasez demográfica pagana. Como no admitían la exposición de los neonatos, tenían asegurada una más alta fecundidad, por el mayor número de mujeres, que, además, tenían permitido el matrimonio -e incluso el "justo concubinato"- con hombres paganos. Esta circunstancia produjo un efecto añadido, también eficaz para el cristianismo, las "conversiones secundarias": muchos paganos se convirtieron al cristianismo por influencia de sus mujeres.

De igual modo, al tener mayores tasas de supervivencia en las epidemias, rechazar el divorcio, los métodos anticonceptivos y el aborto, y abrazar el matrimonio con entusiasmo, el cristianismo se aseguró poco a poco un crecimiento exponencial sobre la población pagana hasta constituir una mayoría social. Pero esto no sucedió de repente, fue un proceso que duró cuatrocientos años.

Paradójicamente, casi todas las características del cristianismo romano están hoy del lado de los musulmanes europeos; en cambio las de los cristianos se asemejan a las de los paganos: no existe una verdadera cohesión, ni religiosa ni de ningún otro tipo, que una a los cristianos europeos.

Los mismos factores que provocaron una endémica escasez demográfica en Roma, excepto quizá el infanticidio y las epidemias, son los que ahora están actuando entre los cristianos europeos. Muy recientes tenemos los últimos datos de nacimientos en España: al nivel de 1941. Si esto lo proyectamos en el tiempo, a no ser que se reaccione ya drásticamente, dentro de un tiempo Europa será musulmana; y lo habrá logrado de forma pacífica, con un arma infalible: su elevada natalidad.

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