La salida del ultratóxico Mourinho del Manchester United es una buena noticia (aunque cara) para el Manchester United y una excelente noticia para el fútbol, que no necesita más ególatras maleducados de los que ya tiene. La única sombra del luminoso despido de Mourinho es el rumor, espero que infundado, del regreso de este Darth Vader del fútbol al Real Madrid. El equipo de Florentino Pérez vivió durante la dictadura de Mourinho una de las épocas más oscuras y desagradables de su historia. ¿Quién quiere volver a presenciar esas ruedas de prensa llenas de insultos y verborrea ridícula? ¿Qué madridista echa de menos el juego desarrollado por su equipo bajo el mando de un entrenador que nunca sabe lo que quiere, sino lo que no quiere? ¿Qué futbolero está dispuesto a aguantar el careto de Mourinho un día, y otro, y otro, y otro, y otro en todas las pantallas y formatos posibles? El Madrid siempre va a ganar títulos, esté quien esté sentado en el banquillo. Zidane ganó títulos. Solari ganará algún título, además del Mundial de Clubes. Hasta Mourinho puede presumir (y lo hace) de que ganó títulos con el Madrid. ¿De verdad queremos cambiar el estilo de un Zidane o un Solari por el de un Mourinho todavía más enfadado con la vida y el universo? Por favor. En cuanto a los que suspiran por entrenadores intervencionistas, duros y adictos a las libretas, hay que decir que donde esté un Herbert von Karajan, que se quite un Mourinho.
El gran director de orquesta austriaco dirigía aparentemente sin dirigir, y en verdad parecía que ni siquiera miraba a sus músicos. Claro que, como dijo el director de orquesta israelí Itay Talgam, es fácil dirigir sin dirigir cuando se está al frente de la Orquesta Filarmónica de Berlín. Von Karajan era, quizás, tan egocéntrico como Mourinho, pero es preferible que un egocéntrico genial dirija a la Orquesta Filarmónica de Berlín como lo hacía Von Karajan a que un egocéntrico del montón como Mourinho dirija al Manchester United o al Real Madrid con los aspavientos y caritas de Mourinho. Dicen que, en una ocasión, un flautista angustiado por la ausente presencia de su director le preguntó a Von Karajan cuándo debía comenzar a tocar, y Von Karajan respondió que lo hiciera cuando sintiera que no podía esperar más. ¿No es suficiente? Cuando se trabaja con enormes músicos o descomunales futbolistas como Rashford, Pogba o Mata hay que ensayar y entrenar, y no esperar a que el director o el entrenador se desgañite con la batuta o se vuelva loco en el área técnica. ¿Se imaginan a Pogba preguntando a Mourinho con un gesto durante un partido que cuándo debe iniciar una de sus elegantes carreras? Von Karajan le diría que corriera cuando sintiera que no podía esperar más.
Y ya que estamos hablando de entrenadores, hablemos de las dichosas libretas. Van Gaal es el número uno de los entrenadores con libreta, pero Mourinho tampoco lo hace mal. Vamos a ver. Después de una conferencia que Albert Einstein ofreció en el Colegio de Francia, el escritor francés Paul Valéry le preguntó al padre de la Teoría de la Relatividad que cuando tenía una idea original, dónde la apuntaba, si en un cuaderno o en una hoja suelta. Einstein respondió que cuando tenía una idea original, no era necesario apuntarla porque no se le olvidaba. ¿Mourinho no se considera a sí mismo una especie de Einstein del fútbol? Pues que haga como Einstein. Que no nos torture haciendo como que apunta sus ideas geniales en su libreta para ideas geniales. Si la idea es verdaderamente genial, o si el defecto que ha visto en su equipo o en un jugador es muy importante, seguro que no se le olvidará. Pero Mourinho sólo piensa en su imagen, no en sus equipos y jugadores. Y la imagen de Einstein apuntando una idea en una libreta es muy potente.
Mourinho no es Von Karajan. Mourinho no es Einstein. Pero podría aprender un par de cosas de estos dos muchachos.
