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Por bolas, que no quede

Vigo se engalana como la xata la rifa

La verdad es que hay personajes públicos que se lo ponen a uno a güevo. El alcalde de Vigo, sin ir más lejos. Desde la época de la gloriosa y electrizante gabinización ovetense que no escuchaba una declaración de intenciones tan triunfalista. Sí, señor, luces navideñas para un Guinness, 9 o 10 millones de lamparitas led, qué más da, con pólvora ajena le pongo yo bombillitas hasta en los cojoncillos a los renos de Santa Claus. Oír creí que habrá bolas de colorines hasta de ¡12 metros de diámetro! Señor alcalde, no sé si superará en iluminación a Londres, París o Madrid, lo que sí sé es que Vigo será la ciudad con las pelotas luminosas más grandes del mundo. Vaya mi enhorabuena por delante. Convencido está nuestro gran regidor gallego que los astronautas que navegan por los espacios siderales matarán el aburrimiento espacial en el momento del "alumbradiño". Uno le dirá al otro: "¡Hostis, tú, mira, ha nacido una estrella!". Y el otro le responderá: "¡Y en mitad de Galicia!". Y acto seguido recibirán un wasap del alcalde: ¡Bo Nadal os desea Abeeeel Caballeeeero, el Iluminado de Vigo!

Hablar en este momento del coste de las lamparitas sería una ordinariez, no digamos mentar lo de la plataforma al agua del día del Marisquiño, que entre todos la pisamos y ella sola se cayó, hombre, eso sería de mal gusto. No pienso decir ni mu, ya lo dirán otros por mí, que no sobrarán voces o gritos.

Vigo es una ciudad preciosa. Lo digo con conocimiento de causa. Y si me lo permiten, me pongo cursi y digo que brilla con luz propia. En los últimos tiempos, con la recuperación del barrio viejo, con el centro histórico transitable y la recién incorporada hostelería en la zona, apta a todos los bolsillos, con eso y otras mejoras no lumínicas, Vigo ganó enteros y esa luz propia nos alegra a ciudadanos transitorios e imagino que a los definitivos. Mire, alcalde, en la comunidad vecina, cuando uno o una se engalana más de lo que exige la prudencia y el presupuesto dicta, le decimos que parece una xata la rifa. La xata la rifa, le explico, no es otra que una frescachona ternera de las montañas, culona, que se rifa durante las fiestas patronales de los pueblos. ¿Sabe lo malo? Que con lo guapa que luce, acaban jodiéndolo todo, engalanándola sin ton ni son, le ponen encima collares, banderas, adornos locales, en fin, que me la acaban horterizando de mala manera, y su naturaleza sana de las verdes praderas queda enmascarada tras esa cortina de tontería. No me repito, Vigo es una ciudad para comérsela, lo digo en el amplio sentido de la palabra, para disfrutar de sus muchos encantos. No la deslumbre, señor alcalde, por la chorrada de récord. Deje a la xata como está. Hombre todo lo más unos pendientucos de colorines con la estrella de los Reyes Magos. ¿Pa qué más?

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