Si salen las cuentas que se echan a día de hoy, es probable que a las elecciones municipales del próximo mayo en Gijón concurran ocho listas con opciones de obtener representación en el Ayuntamiento. A las seis que toman asiento en el salón de plenos del actual mandato habría que sumar a Vox y al partido de nuevo cuño anunciado el jueves por el ya exedil podemista David Alonso, Por Gijón, una propuesta desde la izquierda independiente conformada por profesionales de prestigio en distintos ámbitos. El primer concejal sale al precio de ocho mil y pico votos...
Cuatro a la izquierda, cuatro a la derecha, con una más que previsible disgregación del voto a uno y otro lado que obligará, inevitablemente, a componendas poselectorales. Lo que se dirimirá en mayo, a la vista de la ampliación del espectro político local, es si Gijón es ciudad, a día de hoy, conservadora o progresista. Que la balanza se incline a uno u otro lado dependerá exclusivamente de los ciudadanos que acudan a votar. Aunque también de los que se queden en casa. Se antoja que los esfuerzos por movilizar al electorado serán esta vez formidables. Sobre todo desde la izquierda, donde se detecta un mayor desencanto entre las bases.
Lo seguro es que habrá obligación de entenderse, en tripartitos o cuatripartitos, con muelles o con bisagras, tragando aceite de ricino o una rociada de "Tres en Uno". Del talante conciliador de los candidatos de uno y otro bando, de su capacidad negociadora, de su predisposición al diálogo dependerá que la ciudad encare un mandato responsable o que el Ayuntamiento se convierta, para estupor de la ciudadanía, en una institución ingobernable.
