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Los asturianos y la política

Análisis de la situación regional a tenor de los indicadores preocupantes en el barómetro del CIS

El Centro de Investigaciones Sociológicas es un organismo autónomo dependiente del Ministerio de la Presidencia, que cumple la función de proporcionar conocimiento científico de la sociedad española. Su actividad principal es la realización de encuestas, conocidas por la expectación que generan la percepción que tienen los españoles de sus mayores problemas y las controvertidas estimaciones electorales. Pero el CIS, además de preguntar por la intención de voto, se interesa por todos los asuntos relevantes. Los resultados de los sondeos son públicos, por tanto cualquier persona puede consultarlos.

Desde el mes de septiembre el CIS facilita los datos de su Barómetro por Comunidades Autónomas, lo que permite una aproximación al estado de opinión de los asturianos y sus alteraciones. Los encuestados en Asturias forman una muestra pequeña y escasamente representativa. En consecuencia, el margen de error es elevado e impone prudencia en el análisis de los datos. Pero, con todas las reservas que se quiera, estas encuestas ofrecen una información significativa y la imagen que proyectan de los asturianos es mínimamente coherente y consistente. Por lo demás, la del CIS es el único sondeo al que tenemos acceso de manera regular para saber cuáles son las opiniones y las actitudes de los asturianos ante los asuntos de actualidad.

Aunque es obvio, conviene recordar que los asturianos responden a las preguntas de un cuestionario cerrado. Las encuestas no pueden saciar toda la curiosidad por saber de sí misma que suele tener una sociedad avanzada. Los últimos sondeos del CIS abren muchos interrogantes sobre la cultura política de los asturianos, interrogantes que en realidad ya están planteados desde hace tiempo. Según el barómetro de septiembre, somos los españoles más demócratas, los más satisfechos con el funcionamiento de la democracia y los más orgullosos de la Transición. Sin embargo, el dibujo que pintan de Asturias ese mismo barómetro y el de octubre es el de una región políticamente frustrada. Los asturianos se achacan ineficacia e impotencia y entre ellos se encuentra el porcentaje más elevado de apolíticos.

Pero es el barómetro de diciembre el que registra con una evidencia abrumadora la desinformación, la desconfianza, la escasa participación y, en suma, el cinismo que aqueja la relación de los asturianos con la política. Pensar que las elecciones no sirven para nada, el rechazo a los partidos, la sensación de no poder influir en las decisiones políticas, la falta de implicación en la esfera pública, todas estas y algunas otras constantes en nuestras actitudes políticas son señales inequívocas de desafección, un síntoma muy extendido por las democracias, que limita las posibilidades de resolver los problemas de acuerdo con las preferencias de la mayoría. Leídos los sondeos del CIS, no cabe la menor duda de que la legitimidad de la democracia entre los asturianos es muy alta y parece que muy fuerte, pero la sociedad asturiana se muestra políticamente abatida.

Debemos tener presente que los asturianos no solo estamos malhumorados con los políticos. Lo que se ve en el barómetro del CIS no es simplemente un estado de ánimo pasajero dirigido contra este o aquel partido o dirigente. El problema tiene aspecto de ser más persistente y complejo. Probablemente procede de nuestra historia reciente y, quizá, también de la remota. La demografía y las malas noticias del último semestre explican parcialmente los datos. Pero el fenómeno requiere una investigación en los estratos más profundos de la sociedad asturiana. Es urgente la necesidad de un relato histórico actualizado que permita a los asturianos comprender mejor su ubicación en la coyuntura que nos ha tocado vivir y, por supuesto, de un liderazgo político que asuma este panorama en toda su extensión. No me refiero a un líder, o a un posible candidato en las próximas elecciones, sino a un liderazgo, que es otra cosa, la concurrencia de un político, un electorado y unas circunstancias de las que resulte que la sociedad asturiana decide tomar una dirección, un rumbo, y lo toma, con determinación y confianza.

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