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Mario Antuña

A la contra

Mario Antuña

"Competeciencia"

José Alberto ha dado vida al Sporting introduciendo competencia y competitividad

Si existiera el palabro "competeciencia", su significado sería algo así como "la ciencia o la fórmula de fomentar la competencia". En este caso al que me quiero referir, se trataría del Sporting de Gijón, donde la aparición o, mejor dicho, la entrada en juego de aquellos denominados con eufemismo "con menos minutos" ha comenzado a espolear a los llamados "fichadísimos". Y ahí tenemos a jugadores que casi se daban por extraviados, que no perdidos, dando lo mejor de sí, o con menores alegrías, ofreciendo versiones más favorables de las vistas hasta ahora. Así, parece que se va a recuperar para la causa a Hernán Santana, Sousa, Lod, Álvaro y Cia. No hay nada más que dar entrada a un compañero que ponga en riesgo tu puesto, y bien que lo han hecho algunos hasta merecerse y ganarse la titularidad, para que el temor provoque ganas de jugar.

La "competeciencia", si existiera el palabro, genera otro no menos trascendente para el asunto que nos confiere: la "competiticiencia". Que no es otra cosa que "la ciencia o fórmula de provocar la competitividad" o "rivalidad para la consecuencia de un fin". Para lo que nos ocupa, una mayor competencia entre jugadores permite una mayor competitividad del equipo.

La eliminatoria de Copa del Rey ante el Valencia ha evidenciado que estos dos palabros se ponen en práctica en el Sporting de la mano de José Alberto. Se han podido comprobar sus efectos en el doble partido contra los pupilos del discutido Marcelino García Toral. Los dos encuentros contaron con alineaciones compuestas, en teoría, por aquellos jugadores con "menos minutos", pero entre los que había ya algunos de los "fichajes insustituibles". Por la escalera se sube y se baja. Por pasiva, quedaron fuera algunos de los llamados a disponer de menos oportunidades, pero hete aquí que han comenzado a despuntar hacia la titularidad. Pongan ustedes los nombres.

Lo importante de la eliminatoria de Copa del Rey, a mi humilde entender, no era ya el resultado, aunque mejor ganar, por supuesto, sino la oportunidad de seguir haciendo equipo, de fomentar la competencia individual y la competitividad del grupo, mantener el crecimiento experimentado desde la salida de Baraja, asentar el buen juego y ganarse el aplauso de la afición.

Con esos conceptos impartidos por José Alberto, el Sporting disputó una brillante primera parte en Mestalla, con una defensa de cinco inédita, que despistó y puso nervioso al Valencia. Pena del fallo de Lod, ese jugador con tanta calidad como irregularidad para demostrarla. El Sporting compitió ante un primera llamado a las alturas de la clasificación, pero dejó entrever de nuevo la endeblez de algunos de sus mimbres que le restan fortaleza al cesto. Quedó el guiño hacia Marcelino, al que tanto debemos, de mantener todo el partido a Cofie, quien volvió a realizar una exhibición de cómo trotar por el campo sin llegar a ningún sitio y dio un recital de pérdidas de balón y fallos en el pase.

Si el Sporting es hoy un equipo vivo y con esperanza es gracias a José Alberto, el gran fichaje, y el único que no realizó su amigo Miguel.

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