Irán y no volverán, pero el caso es que volvieron. Y más de una vez. Tras conocerse que cierta oposición al régimen iraní, el autodenominado Consejo Nacional de Resistencia de Irán (CNRI), ayudó a financiar la campaña de Vox en las elecciones europeas de 2014, para mayor gloria de Vidal Quadras, ahora se destapa que altos cargos españoles anteriores asistieron, algunos de ellos muy bien pagados, a conferencias que esta organización celebra anualmente en París. Y los palmeros que acudieron a jalear a los contrarios al régimen teocrático de Teherán tenían pedigrí: Aznar, Zapatero y la señora Fernández de la Vega, según distintas informaciones periodísticas.
Fue un mantra muy extendido hace años que también Podemos se financió con ayuda económica de los gobiernos de Irán y Venezuela. El régimen iraní resulta encantador (de serpientes). Permitieron a cien mujeres acudir a un partido de fútbol de la selección de su país el pasado octubre, saltándose una prohibición que data de los años del triunfo de la revolución de los clérigos. Pero hasta ahí se podía llegar: el fiscal general del Estado dijo que nanay, que se acabó, que una y no más, santo Tomás. Que las mujeres acudan al estadio a ver a hombres correr semidesnudos es, a juicio de tal señor, imperdonable pecado.
En todos los partidos cuecen habas, salvo que en algunos el caldo procede de la misma pota petrolífera, remuevan el cucharón los ayatolás o lo hagan los que se remangan la sotana. Tal vez la solución estaría en que algunos políticos de este país marcharan a Irán, siempre que no vuelvan.
