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Alberto Menéndez

Fascinado por la política

Desde su más tierna edad, Vicente Álvarez Areces, Tini Areces, se vio atraído por la política, fascinado por ella. Y se vio encandilado por la cosa pública en unos momentos en los que quienes apostaban por ella no jugaban precisamente a caballo ganador, sino que se arriesgaban a ser perseguidos y a acabar con sus huesos en la cárcel, en el exilio o incluso, en desgraciadas ocasiones, bajo tierra. Era muy joven Tini Areces cuando decidió dar un paso al frente en defensa de las libertades y nunca se bajó del carro que las porta. Por el medio estudió, trabajó, se casó dos veces, tuvo hijos, pero, eso sí, nunca dejó de ser político.

Y fue un político de convicciones. Acertados o equivocados, siempre actuó conforme a sus principios, a sus creencias. Llevó la defensa de sus planteamientos al límite en más de una ocasión. Llegó a ser secretario regional del Partido Comunista de España (PCE) y fue el máximo instigador de la revuelta de la Conferencia de la organización celebrada en Perlora en 1978, que acabó con su expulsión y con la de una veintena más de cuadros del partido que lideraba entonces con mano de hierro Santiago Carrillo. Éste no les perdonó a Areces y los otros críticos su intención de rejuvenecer la vetusta formación encabezada por él y por Dolores Ibárruri.

Ya en la democracia, tras la victoria socialista de 1982, el en aquel momento delegado del Gobierno, Obdulio Fernández, lo recuperó para la política y para, entonces ya, la gestión de la cosa pública, a la que se dedicó casi de forma ininterrumpida hasta el año 2011. Fue designado director provincial de Educación. La decisión de Obdulio Fernández no le gustó nada a quien durante décadas fuera el hombre fuerte en la sombra del socialismo asturiano, el líder del sindicato minero SOMA-UGT José Ángel Fernández Villa. Aquí, en este momento, año 1983, empezó a fraguarse el largo conflicto de Areces con Fernández Villa.

Tini Areces pasó a ocupar un alto cargo en el Ministerio de Educación en 1985, antes de que el secretario de la FSA, Jesús Sanjurjo, y jóvenes dirigentes de la Agrupación Socialista gijonesa encabezados por Francisco Villaverde le propusieran ser el candidato a la Alcaldía del municipio más poblado de la región en las elecciones de 1987. Por un puñado de votos, Areces se impuso en la lucha interna para encabezar la lista al hasta entonces alcalde José Manuel Palacio. Hasta ese año no se afilió al PSOE, lo que le sirvió a Fernández Villa para lanzar nuevas andanadas contra él.

Como presidente de la Corporación gijonesa, Tini Areces pasó a liderar junto a los responsables del Metal de la UGT el sector minoritario de la FSA, el opuesto al del SOMA, cuyo poder emanaba de las agrupaciones de las cuencas mineras. Tal como había ocurrido en el PCA, Areces puso toda la carne en el asador para intentar acabar con el poder de Fernández Villa. Sin embargo, en 1997 ambos sectores firman sorprendentemente una tregua en sus tradicionales disputas y acuerdan que Tini Areces, tras su fructífera experiencia en Gijón, es la persona más adecuada para recuperar el poder en el Principado, después de la victoria del popular Sergio Marqués en 1995. Y, efectivamente, los socialistas recuperan la Presidencia del Gobierno autonómico de la mano de Areces, y lo hacen por mayoría absoluta, en 1999.

Pero la tregua de guerristas y renovadores fue corta y una vez al frente del Ejecutivo regional el gijonés intensificó sus ataques contra Fernández Villa. El control de la Caja de Ahorros derivó en una guerra total entre ambos sectores, que obligó incluso a intervenir a la dirección federal de la organización. Hubo un congreso que, aunque por los pelos, ganaron los villistas. Pero a fin de cuentas, Areces tuvo mucha suerte con la persona elegida como secretario general de la FSA: Javier Fernández no sólo no tomó medida alguna contra el nuevo presidente del Principado, sino que limó diferencias y le facilitó que repitiera dos legislaturas más como candidato socialista y también como jefe del Ejecutivo autonómico. Y con Javier Fernández permaneció Areces hasta el final: lo acompañó como uno de sus más íntimos colaboradores en su etapa como presidente de la comisión gestora del PSOE. Una vez más, Tini Areces apostó por una idea política, por una convicción, y la defendió hasta el final.

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