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Nada de Gijón le era ajeno

Mi adiós amargo y agradecido a Paco Prendes, "insigne cronista de nuestra villa"

Recibo en la ciudad francesa de Burdeosla tristísima noticia del repetino fallecimiento del querido amigo Paco. Desde allí le había enviado el día anterior la foto de un precioso cartel de la República, cuestión siempre presente en su pensamiento y acción.

De Paco siempre recordaré su compromiso político. Primero, y para siempre, desde el Partido Socialista Popular (PSP) de su amigo Tierno Galván, militancia política a la que me arrastró e incorporó en los primeros años setenta. Paco dejó pronto la política activa, después de integrarse en el PSOE y colaborar como secretario general en el primero gobierno de Rafael Fernández. No obstante nunca dejó de pensar y estar en política y de plasmar sus opiniones en conferencias, escritos o, simplemente, en tertulias con amigos y amigas. Sus ideales republicanos le llevaron a fundar el Ateneo Republicano de Asturias, del que fue presidente y principal activista. Siempre resultaba ameno e instructivo escuchur sus certeros análisis y puntos de vista.

A Paco le interesaba especialmente Gijón. El Gijón del presente y el Gijón del pasado. Dedicó incontables horas a rastrear hemerotecas para localizar personajes y hechos relevantes de la ciudad en la que nació, se educó y ejerció la abogacía. ¡Cuánto cuesta hablar de él en pasado!

Y cuánto vamos a echar de menos sus crónicas y habituales artículos en LA NUEVA ESPAÑA, tan profundos como llenos de firna ironía gijonesa. Nada de importancia para la ciudad le era ajeno y de ello escribía, fuera políticamente correcto o no.

En esta amarga despedida del amigo y compañero quiero recordar agradecida sus consejos, siempre acertados, su apoyo, lleno de sabiduría, y su amistad. En cuantas ocasiones se lo pedí o por iniciativa propia.

Querido Paco. A través de Carmen, tu más fiel compañera y tu amiga, seguiremos hablando de ti y de los recuerdos compartidos. ¡Hasta siempre , querido amigo republicano! Recibe un postrero saludo de la "ilustre señora", como te gustaba apodarme.

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