En la maratón sin estaciones de descanso en que se ha convertido la carrera imparable por el desarrollo de las nuevas tecnologías, la Milla del Conocimiento en Gijón cabe considerarse un entorno olímpico para la puesta en práctica de novedosas iniciativas empresariales vinculadas a un sector no ya emergente, sino puntero.
Aproximándose a paso ligero a las doscientas empresas del sector radicadas en el municipio, las TIC gijonesas suman ya cuatro mil empleos, la mayoría de ellos de alta capacitación. Las firmas de la Milla han cogido velocidad de crucero: facturaron en 2017 1.700 millones de euros, una cantidad cada año con mayor peso en el producto interior bruto regional.
Puede que la ciudadanía no haya caído aún en la cuenta del acierto municipal que supuso, hace más de una década, la apuesta visionaria por un espacio físico que supo convertirse en una fábrica de talento. La propuesta, que llegó de la mano del nuevo milenio, se antojaba arriesgada y valiente; pero no sólo funcionó de entrada, sino que, con el paso de los años, sirvió de efecto llamada para atraer a Gijón a nuevas empresas y a emprendedores con el reclamo de la estrecha proximidad a importantes grupos de investigación vinculados a la Universidad de Oviedo y al campus gijonés. La mayoría de los grandes grupos empresariales asturianos del sector de la innovación tienen presencia en una Milla de un par de kilómetros que se alarga y se ensancha. Ya pocos pueden cuestionar que este entorno empresarial conforma, sin duda, el Silicon Valley de Asturias.
