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Catedrático e historiador

Tini, in memoriam desde Galicia

El recuerdo de un amigo

Pasan unos minutos de las 8 de la mañana y suena el teléfono. A estas alturas de la vida es una mala señal. Inmediatamente te levantas sobresaltado mientras comienzas a pensar en qué puede haber pasado y, automáticamente, te llega la imagen de tus seres queridos, hijos, amigos... Una voz conocida y muy querida, también por Areces, me da la noticia que me deja sin palabras "Tini acaba de morir?, sufrió un derrame cerebral".

Gijonés de nacimiento y gallego de adopción por formación universitaria y por las importantes experiencias vividas y compartidas hasta 1972. Muchos compañeros de generación apreciaban sinceramente a Tini Álvarez Areces, por encima de circunstancias y de diferencias políticas, siempre desde la izquierda y hoy, si hay que destacar un rasgo de la personalidad de Tini es, en mi opinión, su profundo sentido de la amistad.

Su trayectoria política es sobradamente conocida. Primero desde la militancia antifranquista en las filas del Partido Comunista hasta su definitiva expulsión después de la conferencia de Perlora. Después, ya en los años ochenta, su acercamiento al PSOE lo llevaría a encabezar en 1987, aun como independiente, la candidatura a la alcaldía de Gijón. A partir de ese cargo y hasta hoy mismo tuvo una larga sucesión de éxitos electorales y cargos institucionales, hasta la actual legislatura como senador.

Conocía a Tini desde hace ya muchos años, eran tiempos de común militancia inicial y clandestina. Desde entonces no hemos dejado de charlar o de debatir sobre temas de carácter político. No hace mucho tiempo aún, discutimos apasionadamente sobre las últimas primarias del PSOE después de asistir a un acto en memoria de nuestro común amigo, el histórico abogado laboralista Rafael Bárez, o en las pasadas Navidades cuando intercambiamos opiniones sobre la última votación en el Senado sobre la condena del franquismo. Siempre de acuerdo en este tema y en desacuerdo en algunas ocasiones sobre cuestiones políticas más generales, destacaría su pasión ilimitada por la "res pública" y su deseo irrefrenable de continuar contribuyendo a la transformación de la realidad social desde cualquiera de las instancias políticas en que se movió en cada momento de su vida. Tini era, como bien destacaba su viuda en la prensa asturiana, "un guerrero, que se nos ha ido en el campo de batalla y con las botas puestas". Era sí, un guerrero, con la mentalidad de un luchador entusiasta de a pie, que solo pensaba política y socialmente en mejorar la vida de sus conciudadanos, fuesen gallegos, asturianos o españoles en general. El decía que "era un hombre que solo soñaba realidades" Y si algo podemos apreciar en sus intervenciones públicas y privadas, por encima de cualquier consideración política, es su discurso impregnado siempre de un profundo sentido social. La coherencia con ese discurso fue también una constante y nunca abjuró de su pasado en el Partido Comunista y de reconocerse social y políticamente en las luchas y esperanzas democráticas de ese pasado que jalonan su trayectoria vital. Los que compartimos con él muchos momentos fuera de los focos mediáticos o en diversos foros públicos sabemos de esa coherencia y de la fidelidad a los principios de justicia social que guiaron su vida.

Desde siempre mostró su preocupación por la recuperación de la memoria individual y colectiva de todos aquellos que durante la dictadura franquista lucharon por la recuperación de las libertades democráticas. Mucho antes de que se promulgara la conocida coloquialmente como "Ley de la Memoria Histórica" en el 2007, Tini ya colaboraba en todo aquello que permitiera el reconocimiento de los que consideraba los verdaderos conquistadores de nuestro actual modelo democrático. El mismo, por sus actividades antifranquistas, fue encarcelado en diversas ocasiones y acumulaba varios procesos en el Tribunal de Orden Público y siempre que nos veíamos mostraba un infinito agradecimiento hacia los abogados que le dieron amparo familiar y defensa jurídica en los momentos en que sufrió directamente la represión de la dictadura.

Desde 1997 me alentaba a intensificar el trabajo de recuperación de la memoria de aquellos con los que también había compartido la lucha clandestina contra el franquismo y nunca dejó de atender en Galicia o en Asturias una llamada, le llegara de donde le llegara, para participar en presentaciones de libros, actos de homenaje, exposiciones de arte y de historia o cualquier otra actividad relacionada con la defensa de esa memoria colectiva. En esas actividades, mediáticamente menos conocidas, siempre terminaba por insistirme que era necesario y de justicia histórica recuperar la memoria de la abogacía democrática, de la que formaban parte los abogados que lo apoyaron, entre ellos Rafa Bárez con quien compartió celda en la prisión de Coruña; Manuela Carmena, Cristina Almeida y otros que apoyaron sus planeamientos ante el ya mencionado conflicto de Perlora, el santiagués Manolo Rodríguez o Manolo López, que tan generosamente lo defendió en tres procesos ante el TOP. Cada vez que nos veíamos insistía "hay que hacerles un homenaje y recuperar su historia de lucha por la democracia en España". Ese empeño nos llevó, hace ya muchos años, a engañar a Manolo López, con la complicidad de otros amigos, para atraerlo a Santiago y celebrar una reunión privada de amistad como una forma de homenaje al letrado que tantos gallegos defendió en el TOP. Finalmente, en el 2006, acogió con entusiasmo el proyecto Los abogados laboralistas y la lucha por una Justicia Democrática, que recogía su idea y que entonces comencé a poner en marcha con el historiador asturiano Rubén Vega. Tini colaboraría en el proyecto con su apoyo institucional y con la presentación de algunas de las publicaciones resultantes.

Vicente Álvarez Areces será valorado en el tiempo por los historiadores y por sus conciudadanos, que harán balance de los 12 años como alcalde en los que encabezó la transformación de su ciudad en declive por las reconversiones industriales y podrán acercarse a su legado como Presidente del Principado durante tres mandatos. A sus amigos, aquellos con los que compartió momentos de luchas clandestinas e ideales, reuniones y comidas con canciones, nos queda el recuerdo de la coherencia y el sentido social de su actividad política y, sobre todo, su sincera y entregada amistad. Tini siempre permanecerá en nuestra memoria.

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