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LNE FRANCISO GARCIA

Billete de vuelta

Francisco García

Ganar o desaparecer

Podemos era un partido fabricado para ganar. Fabricado porque bajo el aparato ideológico subyacía un trabajo de ingeniería política muy potente y muy bien ensamblado que encontró aceite abundante para engrasar su maquinaria en el descontento del 15-M. Iglesias y su guardia pretoriana de entonces capitalizaron como nadie la espectacular carga de energía desatada en esa toma de la calle, impensable sólo unos meses antes. El mensaje caló: la nueva política frente a la casta. La nueva ola eran ellos y sus satélites; la casta, el resto.

La frase del líder que llamó a "tomar el cielo por asalto", tan bíblica como referencia de la retórica comunista, era demostración fehaciente de que Podemos no aspiraba a ser comparsa ni bisagra de nadie, sino a gobernar. Y se había marcado la fecha de 2020 como límite para acceder al poder.

La cuenta de la lechera no dio, sin embargo, para mucho más que descabalgar a Rajoy y aupar a Sánchez a la Moncloa, en la creencia de que los mayores réditos de esa operación los obtendría, a medio plazo, la formación morada, de quien los socialistas se convertían en rehén y a los que obligaban a radicalizarse.

Ocurre que el colaborador necesario ya es consciente de que las encuestas no auguran buenos resultados en los próximos comicios autonómicos y locales para las candidaturas podemistas. Se desataron las luchas intestinas y comenzó la desbandada, algunas muy sonadas, como la de Errejón, o enormemente dolorosas, como la recién anunciada por Espinar en Madrid.

En Asturias y en Gijón parece que se avecina tres cuartas de lo mismo: abandonos, huidas y líderes taciturnos que deciden retirarse a sus aposentos.

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