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Profesor de Derecho Constitucional de la Universidad de Oviedo

La Universidad y el genoma de la miseria humana

En defensa del profesor Carlos López Otín

Es bien conocido, dentro y fuera de Asturias, que el profesor Carlos López Otín es un referente mundial en el estudio del genoma y, no en vano, el Consejo Europeo de Investigación le concedió al equipo que dirige 2,5 millones de euros para estudiar los mecanismos moleculares del envejecimiento; es uno de los directores del proyecto español para la secuenciación del genoma de la leucemia linfática crónica y es el profesor más citado en su campo de todos los científicos españoles y el décimo de Europa. En suma, la valía del profesor López Otín ha sido certificada por instituciones y organismos académicos internacionales y ello frente a quienes de manera anónima, y haciendo de la anécdota categoría, intentan destruir su prestigio científico y el de su grupo.

Esa relevancia implica también un mayor escrutinio de su trabajo por parte de la comunidad universitaria e investigadora; ya se sabe que un gran poder -o un gran don- conlleva una gran responsabilidad y, quizá por ello, el pasado 28 de enero apareció en la página web del diario "El País" como una de las noticias más destacadas que la Sociedad de Bioquímica y Biología Molecular de Estados Unidos le había exigido en el último número de su revista "Journal of Biological Chemistry" (JBC) la retirada de ocho artículos porque aparecían algunas imágenes duplicadas, otras rotadas 180 grados, experimentos aparentemente reutilizados en estudios diferentes y otras "manipulaciones inapropiadas", según la revista.

Frente a dichas informaciones, López Otín, en una extensa entrevista por escrito, le cuenta a Pablo Álvarez, periodista de LA NUEVA ESPAÑA, que "la medida es absolutamente desproporcionada e injusta, ya que, a pesar de la existencia de defectos, en nada se cuestionan las conclusiones de los trabajos, ampliamente validados por otros laboratorios y que han servido para la identificación de la causa de algunas enfermedades humanas. Estos ocho artículos han sido citados en su conjunto más de 800 veces", añadiendo que "sus resultados principales se pueden contrastar en cualquier base de datos y en la literatura y han abierto nuevas líneas de investigación en muchos laboratorios de todo el mundo".

De esta forma, el profesor López Otín responde con explicaciones fundadas a lo ocurrido y su integridad académica y personal se mantienen intactas, pues lo que pasó ni sería el resultado de conductas deliberadas ni invalidaría todo lo bueno que tienen sus trabajos, como no dejan de reiterar colegas que tienen conocimientos adecuados para juzgarlos.

Llama, pues, la atención la miseria académica de la revista JBC, que, lejos de indagar el alcance de las irregularidades denunciadas, pretende dejar intacta su autoridad en la selección de los trabajos a publicar sancionando a quien prestigia la revista con aportaciones cuyos resultados son, hasta la fecha, de valía indudable.

Hasta aquí la parte más conocida de la historia -la relativa al "genoma" de los textos científicos puestos en cuestión- pero hay otra sobre la que hay poca luz y que, tal vez, sea la más importante: la del contexto universitario en el que se desarrolla la primera. En la citada entrevista con Pablo Álvarez, López Otín menciona el desgaste físico, emocional y familiar que le ha supuesto esta situación y hace públicos varios incidentes: "la sorprendente infección vírica sin precedentes en el Bioterio de la Universidad de Oviedo en el que manteníamos nuestros ratones modificados genéticamente, creados durante más de 20 años, y mantenidos de forma ejemplar por las personas que dirigen y trabajan en estas instalaciones, a las que siempre estaremos agradecidos. La infección obligó al sacrificio inmediato de más de 5.000 valiosísimos animales para la Ciencia y la Medicina, que han sido utilizados por investigadores de todo el mundo y que ya han ayudado a tratar enfermedades incurables"; en segundo lugar, que "compañeros" de mi Universidad se dedicaron con indisimulado regocijo a difundir por el campus los tuits de estos individuos que hablaban de nuestro trabajo sin ni siquiera habernos preguntado antes por nuestra opinión"; más adelante, que "hasta París -donde se encuentra ahora haciendo una estancia investigadora- llegó el acoso, de nuevo con el presumible apoyo de algún "compañero" de Oviedo. Fueron enviados a la Universidad donde trabajo nuevos tuits sobre auténticas falsedades y disparates como que me había llevado el dinero de mis proyectos de Oviedo y me había retirado a París a vivir la vida". En sus respuestas repite la palabra "acoso" y denuncia sin tapujos un propósito deliberado de arruinar su reputación profesional acudiendo, incluso, a la calumnia en forma de acusaciones, más o menos larvadas, de malversación de dinero público. Y a ese propósito no parecen ser ajenos, más bien al contrario, algunos profesores de la Universidad de Oviedo.

Es conocido que la Universidad, la de Oviedo y casi cualquier otra, es una institución con muchas virtudes pero, como toda organización humana, con no pocas patologías, unas vinculadas a cuestiones intrínsecas a la carrera profesional, máxime en tiempos de escasez de plazas, cada vez mayor competencia y con un salario que en parte no despreciable depende del reconocimiento de méritos que deben acreditar otros académicos (amigos, enemigos o indiferentes), "otros" que también intervienen a la hora de defender tesis, obtener financiación, conseguir publicaciones?; hay otras patologías universitarias más ligadas a la mera condición humana y que en nuestro entorno, máxime en situaciones de sorprendente ociosidad, se exacerban, como la vanidad o la envidia.

Pero lo que denuncia López Otín va bastante más lejos de los males hasta ahora conocidos y exige, creo, que la Universidad de Oviedo, además de respaldar al profesor López Otín en sus investigaciones científicas, proceda a secuenciar el genoma de la miseria humana que parece anidar en algunos miembros de nuestra universidad; sería un pequeño paso para la Ciencia pero, sin duda, un paso importante para la decencia de la institución.

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