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Exconsejero de Comercio y Turismo del Consejo preautonómico del Principado de Asturias

Primera Fitur: la imaginación al poder

Los inicios de la promoción turística de Asturias

Se ha celebrado recientemente en Madrid la Feria Internacional del Turismo Fitur, magnífico escaparate hacia el mundo de nuestro sector turístico español.

Como todos los años el que suscribe no puede evitar el recuerdo de la primera Fitur celebrada en el año 1980, pocos meses después de asumir, en representación de UCD, la Consejería de Comercio, Turismo y Pesca de aquel Gobierno preautonómico del Principado de Asturias, de carácter pluripartidista, que se hizo cargo de nuestra comunidad autónoma en tanto era debatido y aprobado el Estatuto de Autonomía que nos permitiera celebrar las primeras elecciones preautonómicas.

Tan pronto fue aprobada la Constitución y creado con ella el Principado de Asturias, fue constituido el referido Gobierno preautonómico, con presencia en el mismo, representando a AP, de Francisco Álvarez-Cascos, a quien sustituí en un reajuste que, no recuerdo el motivo, se realizó en breve plazo en la citada Consejería. Por cierto, que siempre he manifestado mi sincera gratitud a Paco Cascos, por su admirable comportamiento conmigo en aquel traspaso de funciones.

Era septiembre de 1979 cuando UCD asume aquella Consejería que incluye las competencias de turismo, con un consejero de la familia demócrata-cristiana quien, coherente con su pensamiento democristiano, propició el reconocimiento de la participación de la sociedad civil en la acción política y, con el beneplácito del referido órgano de Gobierno preautonómico, decidí abordar aquel difícil compromiso de iniciar una inédita promoción turística de nuestra comunidad autónoma, creando un órgano al que fueron invitados todos los actores empresariales relacionados con el sector turístico asturiano, órgano que presidía por imperativo legal el aquí firmante, si bien la dirección efectiva recaía sobre un vicepresidente ejecutivo, para cuya función le pedí su colaboración al inolvidable Pepe Cosmen Adelaida que no rehusó el compromiso, con un gesto que merece eterno agradecimiento. El mío, desde luego, permanece intacto.

Era ya diciembre cuando quedó constituido el mencionado organismo, que creo recordar denominado Consejo Regional de Turismo, y tras las fiestas de Navidad comenzamos a trabajar en frecuentes reuniones que celebrábamos en la sala de juntas de la Consejería, cuando de pronto, sería febrero de 1980, nos llega la invitación del Ministerio de Turismo del Gobierno central para participar en una Feria Internacional de Turismo (Fitur) en Madrid, muy próximamente.

Habiendo que decidir con premura nuestra presencia como comunidad autónoma, aquel Consejo Regional de Turismo decidió aceptar la invitación y proceder, porque ya era urgente, a pedir la reserva de un stand de tamaño discreto, cuyo problema era cómo y con qué revestirlo por dentro, porque la transferencia de competencia se hizo, pero con dotación presupuestaria muy reducida. Y es ahí donde hubo que echar mucha imaginación para abrir un stand digno pero a la vez sobrio.

Y así se hizo, descansando nuestra decoración interna sobre tres elementos muy concretos. Primer elemento: una colección de doce/catorce pósters de buen tamaño que agotaron casi nuestros escasos recursos económicos y que hicimos a partir de seleccionar dicho número en una visibilización de más de dos mil transparencias que nos prestaron dos amigos montañeros y aficionados a la fotografía. Contamos en esa labor con la enorme fotogenia paisajística de Asturias: montes, playas, ríos, bosques, etcétera, así como pinceladas del románico y otros monumentos, folklore y gastronomía, etcétera. Quedaron así tapizadas las paredes interiores de nuestro stand con esa joya gráfica.

Segundo elemento: en nuestra indagación y búsqueda alguien me habló de un carro del país que había quedado abandonado en un almacén de la antigua Feria del Campo que antaño se celebrara anualmente en Madrid. Localizamos el carro, se reparó algún pequeño desperfecto y creo que hasta fue barnizado. Colocado en el espacio central del stand, con un gran macetero dentro, con ramaje de nuestra flora autóctona, era francamente espectacular.

Y tercer elemento: un gran urogallo disecado con su cola desplegada e introducido en una gran urna de metacrilato. Fue dicha joya un generoso préstamo personal del ingeniero Jaime Vigón, con quien me crucé en la calle y comentando el tema del stand, me ofreció espontáneamente aquel gran símbolo de nuestra fauna que despertó una gran admiración. Por supuesto que tomamos todas las medidas para que no sufriera en el doble traslado, Oviedo-Madrid-Oviedo, el más leve daño, de lo que responsabilicé al secretario general técnico de la Consejería, y buen amigo, que llevó aquella urna en su propio coche, de respaldo abatible, sobre el que se colocó la urna con un anclaje concienzudo. No hubo ningún problema y mi gratitud para Jaime Vigón es también imborrable.

Y pare usted de contar. Una visita a la Zarzuela a Sabino Fernández Campo, entonces secretario general de la Casa Real, sirvió para que los Reyes hicieran en su visita oficial a la Feria una breve parada ante el stand del Principado de Asturias.

Finalmente, es de justicia indicar que, tras la clausura de la Feria, celebramos una comida los representantes de todas las comunidades autónomas que habían estado presentes en ella, realizándose al final una votación secreta sobre cuál había sido el mejor stand, quedando Asturias en un segundo lugar muy meritorio. Era, sin duda, un premio a la imaginación.

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