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Catedrático emérito de Ingeniería Química

El profesor Fernando Galán, paradigma de integridad

Otro luarqués, como Severo Ochoa, que dio lo mejor de sí mismo por el prestigio de la Universidad española

En el último cuarto de siglo la Universidad española ha estado presente en prensa, radio y televisión y en las conversaciones de la calle. Con la ley universitaria de 1983 comienza su declive. Se permitió la elección de rectores populistas, algunos con escasa idea de la Universidad y con un pobre currículum vitae. Una de sus primeras acciones fue nombrar doctores "honoris causa": algún banquero (posteriormente envuelto en escándalos de su entidad), algún político (con un controvertido pasado) y varios empresarios, artistas, etc. (de dudosa relevancia). Todo ello pensando en aquel viejo refrán de "rosquilla de monja, fanega de trigo", aunque el trigo nunca llegó a materializarse en prestigio o finanzas para la institución.

En la actualidad la Universidad vuelve a estar en el "mundanal ruido". Tesis presuntamente fraudulentas, másteres cuyo mayor esfuerzo fue abonar la tasa de matrícula, publicaciones retiradas de revistas de prestigio, en fin, difamaciones de "compañeros" en el relativo anonimato de internet. Si a esto se une la endogamia en la institución, al sinfín de cursos con escasos alumnos (para justificar plazas de profesorado) y el propiciar las enseñanzas en lenguas/dialectos irrelevantes ("la inmersión lingüística es cruel, no tenemos derecho a hacerle eso a los niños", afirma la hispanista sueca Inger Enkvist), los resultados están a la vista: exportación de graduados (falta de médicos) e importación de emigrantes ilegales con nula preparación, para compensar el descenso de población.

Cuando se tiene ya un buen número de horas de vuelo en la Universidad, es inevitable el recuerdo de alguno de nuestros idolatrados profesores universitarios. Sin duda, un modelo para sus alumnos y colegas fue el Prof. Fernando Galán Gutiérrez (Luarca 1908-Salamanca 1999), que desarrolló el núcleo de su actividad docente e investigadora en la Universidad de Salamanca. Su integridad personal y profesional merecen un recuerdo a los 20 años de su fallecimiento, como testimonio del prestigio y respeto que en algún momento alcanzó la Universidad española y que nunca debió perder.

D. Fernando Galán, profesor. El Prof. Galán cursó los estudios de licenciatura y doctorado en Ciencias Naturales en la Universidad de Madrid con Premio Extraordinario. A los 25 años consiguió la cátedra de Biología de la Facultad de Ciencias de Sevilla, en la sección de Cádiz, pero prefirió proseguir sus investigaciones en Madrid. En abril de 1936 accedió a la cátedra de Biología de la Facultad de Ciencias de Salamanca, incorporándose en 1939, al finalizar la Guerra Civil.

Su curso de Biología General era común para alumnos de Química y Medicina que proseguirían sus estudios en Salamanca, y para el resto de alumnos del curso selectivo (Ciencias, Farmacia, Ingenierías), que después se trasladarían a otras universidades. Eran grupos del orden de 100 alumnos, a los que el Prof. Galán impartía sus clases de forma impecable. Se hacían prácticas con nuestra "Drosophila melanogaster", que utilizábamos para comprobar el "cross-over" y la "herencia ligada al sexo", aludiendo en las clases a enfermedades en humanos, de origen genético. Al final de cada práctica se calculaba la probabilidad de la aparición de los nuevos individuos, con lo que el abstracto cálculo de probabilidades se nos hacía más familiar. Al terminar la clase, los alumnos solían acercarse a hacer preguntas a D. Fernando, con lo que su horario docente era siempre el doble de lo oficialmente estipulado. Sus clases de Bioquímica y Genética estaban meticulosamente preparadas, a pesar de que casi todos aquellos alumnos no llegarían a ser biólogos.

D. Fernando Galán, investigador. En la primera clase de Biología el Prof. Galán, además de comentar el programa, dedicaba parte de la misma a explicar el "método científico", una indicación de su auténtica pasión. Parte de su investigación en Madrid, con su maestro Zulueta, se hizo durante la Guerra Civil y en condiciones que el profesor británico J.B.S. Haldane calificaba de "no agradables para investigar" ya que los bombardeos aéreos "eran considerablemente más severos que cualquiera de los de Londres de 1914-18" y concluía: "situación que merece ser recordada, y augura un futuro favorable para la ciencia de la Biología".

En Salamanca, el Prof. Galán trabajó sobre la determinación del sexo de la planta "Ecballium elaterium" (pepinillo del diablo). Sus conclusiones han llegado a formar parte de libros de texto, que era a juicio del Prof. Galán el objetivo de toda investigación científica. Pero lo más sorprendente es que el equipo de investigación lo formaban el Prof. Galán y un operario que cavaba fosas para enterrar los tiestos de pepinillos en invierno y desenterrarlos al llegar la primavera. El trabajo intenso del Prof. Galán se realizaba sobre todo en verano, lo que no le permitía irse de vacaciones. No se podía hacer una investigación más excelente, en condiciones más precarias: sin subvenciones de proyectos y con el presupuesto de una cátedra experimental (unas 25.000 pesetas, el alquiler de un piso costaba unas 1.500 pesetas) para cubrir los gastos de prácticas e investigación. Misión heroica.

Recuerdos finales. En los últimos años de su carrera académica, el Prof. Galán solicitó el traslado a Madrid. A pesar de ser el único candidato a la plaza, el tribunal no pudo resolver, porque se encontró con un recurso del propio Prof. Galán. Y es que éste, por sus antecedentes republicanos, pensó que no le darían la plaza y por ello la recurrió de antemano. Eliminado el recurso, la vía estaba libre para otorgarle la cátedra. Sin embargo, creo que no llegó a tomar posesión (quizás por no disponer de terrenos para el cementerio de tiestos) y decidió volver a Salamanca. El retorno no era fácil, pero el Prof. Lucena, el mejor rector de la Universidad de Salamanca (1968-1972) por sus realizaciones, y compañero de facultad, resolvió el problema. El Prof. Lucena era de principios más flexibles que el Prof. Galán, pero a pesar de sus discrepancias, ambos dieron un ejemplo de compañerismo, sin comillas.

En el año 1985, el Prof. Galán recibió la Medalla de Oro de la ciudad de Salamanca y en el acto de entrega dijo: "después de medio siglo dedicado exclusivamente al puro negocio del estudio, soy un auténtico proscrito". Genio y figura.

Son muchos los recuerdos que se agolpan en mi mente, pero lo expuesto puede servir para dar idea de la talla de un gran profesor e investigador, que seguro habría obtenido el Premio Nobel si hubiera emigrado a Estados Unidos, como lo hizo su paisano el Dr. Ochoa. Hoy ambos reposan en el cementerio de Luarca, mirando al mar, que es donde hay el mayor número de especies biológicas. Y el rector Lucena descansa junto a otro rector insigne: D. Miguel de Unamuno.

En la biografía de Tolstoi, escrita por Stefan Zweig, se incluye un párrafo de un carta de Tolstoi que dice: "El hombre ha muerto, pero su relación con el mundo perdura aún entre los hombres; y no como en su vida, sino mucho más fuertemente; y sus efectos se elevan de su sabiduría y de su amor y, como todo lo vivo, crecen sin pausa y sin fin". Que el pensamiento de Tolstoi sirva para recordar a hombres íntegros, que dieron lo mejor de sí mismos por el prestigio de la Universidad española.

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