La campaña electoral ya ha comenzado, o al menos suenan los sables de las primeras escaramuzas que situarán a cada candidato en el corcel de los idus de mayo. A Moriyón le ha llegado el primer sablazo desde la Casa del Pueblo a cuenta de la foto de la manifestación del domingo en Madrid.
El PSOE gijonés se juega mucho en los próximos comicios municipales: tiene que alcanzar tantos apoyos en las urnas como permitan que la suya se convierta en la lista más votada y esperar que la adición de concejales del resto de la izquierda sume al menos catorce asientos en el Pleno, para recuperar una Alcaldía perdida hace ocho años, después de treinta.
Los socialistas tienen un camino tortuoso que recorrer: recomponer un partido dividido, visibilizar convenientemente a su candidata, que llega con el sambenito de foránea, y recuperar los feudos tradicionales que en los comicios de 2015 sufrieron el mordisco de Podemos. Principalmente, El Llano y La Calzada. Los ideólogos del partido diseñan una estrategia para rearmar de socialismo ambas barriadas populosas, donde se dirime la mayor tajada del botín electoral de la izquierda. Ana González prometió el martes una nueva escuela infantil en El Llano, y Tuero se hizo eco ayer de una vieja reclamación de los vecinos de La Calzada: la prolongación de la calle Mata-Jove para mejorar la conexión entre Fátima y El Cerillero. Abrió la tómbola.
A Álvaro Muñiz, el delfín veterano de Foro (véase la incongruencia de ser a la vez cetáceo novel y jubilado), le afean que haya dicho que si hay que aprobar el presupuesto municipal no le haría ascos a pactar con Vox. Y es natural, por cercanía ideológica. Lo raro ha sido pactar las cuentas con Xixón Sí Puede en el actual mandato.
