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Plurinacionalidad versus nacionalismo obligatorio

¿Qué tienen en común los nacionalistas de la vía unilateral y TV3 y los nacionalistas españoles del 155 y Tele Madrid? Una visión monolítica de sus territorios

Una paradoja. La Constitución española de 1978 menciona en su artículo segundo la existencia de "nacionalidades y regiones", al mismo tiempo que, en nombre de la misma Constitución, el reconocimiento expreso de España como un país plurinacional ha sido históricamente convertido en un tema tabú. Si bien al menos la mitad de los padres de la Constitución introdujeron el término nacionalidades no de un modo casual o accidental, sino precisamente con esa intención, los discursos favorables al desarrollo de la Constitución en un sentido federal y plurinacional han sido generalmente opacados en nuestro país por la ruidosa confrontación entre los nacionalismos catalán y vasco, y un renovado nacionalismo españolista, que sobre todo a partir de la segunda legislatura de Aznar empieza a ver posible un cierto regreso al centralismo y marcha atrás del Estado de las autonomías.

¿Qué tienen en común los nacionalistas catalanes de la vía unilateral y TV3 y los el nacionalistas españoles del 155 y Tele Madrid? Una visión monolítica de sus respectivos territorios, rehacia a procesar y admitir toda la diversidad de sentimientos de pertenencia que siempre existen en un país, ya sea este Catalunya o España. Su respuesta a que haya gente que pueda sentirse tan española como catalana, o sólo catalana, pero perfectamente ciudadana de un Estado español que respete su identidad nacional, es muy similar. La imposición de un nacionalismo obligatorio uniformizador y avasallador de todo tipo de grises, matices, sutilezas y lealtades compartidas. O conmigo o contra mí. O se es español y mucho español, o se convierte ser catalán en sinónimo de ser independentista, ocultando que hay muchísimos catalanes y catalanas que viven su identidad nacional, española, catalana o medio pensionista, de otras mil maneras posibles.

Superar la era de los nacionalismos obligatorios y caminar hacia un siglo XXI plurinacional pasaría por construir un Estado y unas comunidades que, en lugar de simplificar y ahogar esa diversidad de sentimientos de pertenencia que laten en nuestras sociedades, vivieran esta pluralidad como algo natural en una sociedad democrática, una pluralidad perfectamente compatible con la unidad y la cohesión de un país, como pasa en Suiza, una república federal con 26 cantones y 4 lenguas oficiales. Una España plurinacional necesitaría unas normas comunes para asegurar en todo el país igualdad en la calidad de los servicios públicos, es decir, ciertos impuestos de carácter central para impedir así una competencia de rebajas fiscales entre comunidades, caja única de la seguridad social y solidaridad económica entre regiones, y por otro lado mucha libertad y comprensión en materia de símbolos, lenguas y sentimientos de pertenencia. Si romper con el confesionalismo obligatorio fue un paso decisivo en la construcción de las democracias contemporáneas, romper con el nacionalismo obligatorio lo será en la construcción de democracias plurinacionales de ciudadanas y ciudadanos diversos pero bien avenidos.

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