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López Otín nos hace mejores

El odio, la maledicencia y la calumnia que anidan tras la envidia

Decía Jorge Luis Borges que la envidia es algo muy español, y citaba como ejemplo la expresión "es envidiable", que solemos utilizar para decir que algo es bueno. La Real Academia Española la define con bastante ingenuidad. En su primera acepción dice que es un "sentimiento de tristeza o enojo que experimenta la persona que no tiene o desearía tener para sí sola algo que otra posee"; y en la segunda, que es el "deseo de hacer o tener lo que otra persona tiene". Sin embargo, tras la verdadera envidia suelen anidar, como decía San Gregorio Magno, "el odio, la maledicencia, la calumnia, la alegría causada por el mal del prójimo y la tristeza causada por su prosperidad".

Carlos López Otín, el científico de la Universidad de Oviedo multipremiado y de mayor proyección internacional; el líder de equipos de investigación que huye de todo protagonismo; el profesor que quieren tener todos los alumnos y que no ha faltado nunca a una sola clase en 31 años; el maestro con discípulos por todo el mundo; el divulgador capaz de explicar la secuenciación del genoma humano combinando los términos científicos con la poesía, la religión y la vida; el hombre entregado al trabajo y a su familia, lleva varios años, demasiados, siendo el envidiado.

Al parecer, un grupo de "colegas mediocres", en palabras del exrector Vicente Gotor -no más de cinco, se dice-, amparados en el anonimato, llevan años trabajando no para situar a la bioquímica de la Universidad de Oviedo en su más alto nivel, sino para que quien ha conseguido hacerlo -siempre en equipo- deje de tener lo que tiene. ¿Y qué tiene López Otín? Prestigio profesional a nivel mundial, honestidad intelectual, calidad humana, generosidad.

¿Y qué han conseguido después de tanto esfuerzo orientado a difamar al nombre y el trabajo de Otín? Algo terrible, quebrarlo emocionalmente, sembrar dudas sobre su comportamiento, romperlo por dentro. Sin embargo, no han logrado poner en cuestión su actividad investigadora. Los hechos objetivos son que López Otín y otros relevantes colaboradores han publicado algo más de 400 artículos, todos de primer nivel científico en los campos en los que investigan. Los ocho retirados por la revista "Journal of Biological Chesmistry" -el otro lo fue por la publicación "Nature Cell Biology"- hacían referencia a experimentos realizados hace entre quince y veinte años, y lo fueron, después de un riguroso escrutinio, por errores que no afectan de ningún modo a las conclusiones finales, como demuestra el hecho de que hayan sido citados en su conjunto más de 800 veces. Las revistas se negaron a que esos errores no determinantes fueran corregidos en un nuevo texto. Esta misma semana ha vuelto a mostrar su valía con otra contribución científica de impacto mundial sobre tratamientos para ancianos precoces, publicada en "Nature Medicine".

Destacados investigadores españoles -a quienes los envidiosos están tratando de desacreditar también-, entre ellos varios asturianos, el equipo de gobierno de la Universidad de Oviedo, el Gobierno del Principado, el Real Instituto de Estudios Asturianos y otras instituciones y profesores han respaldado la trayectoria y la honestidad de López Otín. Pero se echa de menos un apoyo más categórico de la comunidad académica de la institución, que debería combatir con firmeza los métodos de un grupo capaz de hacer tanto daño a un maestro de la ciencia y a la Academia en su conjunto.

La persona que es emocionalmente adulta y que cree en lo que hace no se nutre de la envidia para orientar su día a día. La discrepancia y la confrontación de ideas son sanas y hasta exigibles en ambientes académicos y científicos. Todos sabemos que en esos ámbitos anidan sentimientos de rivalidad, competencia y ambición, pero el envidioso vil sólo alcanza la paz cuando destruye al envidiado. Decía Adam Smith que "la envidia es aquella pasión que ve con maligna ojeriza la superioridad de quienes realmente merecen toda la superioridad que ostentan". Es cierto, su comportamiento sólo retrata su propia inferioridad. Hacen mucho daño, pero permanecen anclados en su ineptitud.

Si la salud se lo permite y el próximo 4 de marzo López Otín retorna a sus clases, Asturias y su Universidad deberían arroparle y trasladarle su enorme gratitud. Él nos hace mejores.

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