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Tristeza, rabia e impotencia por lo ocurrido contra López Otín

Como oncóloga médica y médico de atención primaria, con experiencia en los aspectos clínicos del paciente, tenemos una enorme admiración y agradecimiento hacia todos aquellos científicos vocacionales que dedican su vida, cuerpo y alma, a la investigación básica. Podría equipararse de forma metafórica a la traducción e interpretación de ese otro lenguaje procedente del microcosmos que cada uno llevamos en nuestro interior. Ellos son algo así como detectives exhaustivos que se esfuerzan en descifrar los mecanismos moleculares más remotos del engranaje celular. Generan un conocimiento que finalmente permitirá mejorar el diagnóstico y el tratamiento de la patología.

Los investigadores básicos y los clínicos formamos parte de una correa de transmisión cuya finalidad es prevenir, curar o paliar la enfermedad, y que debe estar perfectamente coordinada y anclada entre estas dos orillas. La novedad terapéutica será aplicada ya en enfermos bajo nuestra supervisión, la de los médicos, desde las fases iniciales de la investigación clínica hasta su consolidación como terapia útil, una vez superados los filtros de eficacia y seguridad.

Uno de los científicos que más representa esta pasión y entrega absoluta por descifrar las bases genéticas y moleculares de distintos procesos patológicos es Carlos López Otín. Posee el carisma y la habilidad para trasladar a sus alumnos, a los científicos y a la sociedad en general conocimientos complejos de forma sencilla y entusiasta. Y tiene además la capacidad única de hacernos bucear en un universo infinitamente pequeño, que trasladado a un contexto humanístico más amplio nos hace ver que la espiral del ADN también se refleja en las galaxias. Su lenguaje científico, siendo riguroso, está impregnado de una belleza singular, casi poética.

La vocación de López Otín es doble: investigación y docencia. Sin olvidarnos de una tercera: el contacto directo con enfermos sin tratamiento posible, en una incansable búsqueda de las bases genómicas que le permita encontrar una solución terapéutica para ellos, o al menos esperanza y un cálido acompañamiento humano. Podríamos calificarle como una persona serena y motivadora, generoso especialmente con ese tesoro llamado tiempo, que junto a esa dedicación a sus pacientes le hacen obtener huecos imposibles para llevar su conocimiento allá donde sea requerido.

De ahí la tremenda tristeza, rabia e impotencia surgidas entre muchos profesionales por lo ocurrido contra él en los últimos tiempos: un intento de desprestigio a nivel nacional e internacional, causado por unos pocos colegas que quizás no hayan podido encajar los éxitos de su fructífera carrera.

Como es obvio, no es éste un foro de debate sobre los detalles técnicos acerca de la retirada de nueve artículos de investigación liderados por López Otín y su equipo. Pero sí podemos resaltar algún punto que más llama la atención. Efectivamente, como él mismo ha reconocido, esos errores existieron en la presentación de algunos gráficos y no en los resultados de las investigaciones, que permanecen absolutamente válidos. La prueba es que han sido corroborados y replicados en múltiples ocasiones tanto en su laboratorio como por otros equipos. No fue consciente, y de haberlo sido o alertado por la propia revista, se hubiera procedido a la rectificación. Basta ir a las fuentes, no se discute la veracidad del resultado obtenido.

El problema actual radica en el trabajo de desprestigio de ciertas webs que, quizá para captar audiencia o subsistencia, o por influencia de determinados colegas del investigador (que pudieran tener causas o intereses personales), se dedican a distorsionar y engrandecer algunas noticias. Si indagamos en ellas, comprobamos que debieran ser foros de crítica constructiva de la actividad científica, pero se han convertido en punto de reunión donde se ataca utilizando una mixtura surrealista de argumentos científicos y otros de naturaleza personal que a su vez se han falseado. En cuanto uno se aproxima a las opiniones publicadas sobre él, se detecta inmediatamente un amarillismo mal intencionado. No hace falta dedicar mucho más tiempo para comprobar que sus autores se desacreditan, perdiendo cualquier vestigio de credibilidad. Desde estas páginas se le acusa de que estos errores son burdos e intencionados. ¿Quién podría querer cometer intencionadamente errores burdos y por tanto fácilmente detectables, cuando además no afectan en nada a los resultados y la veracidad de sus trabajos? No tiene sentido alguno.

Todo aquello que sus acusadores han encontrado es una gota de agua en medio de un océano de ciencia rigurosa y reconocida. Estos pequeños errores no pueden ensombrecer los más de 400 artículos publicados en las revistas más prestigiosas, muchos de ellos realizados en colaboración con grupos internacionales de investigación vanguardista.

No pueden quitar ni un ápice de mérito a toda su contribución al conocimiento de las bases del envejecimiento, de la genética del cáncer, de patologías cardiacas y enfermedades raras. No viene mal recordar que codirigió al único equipo seleccionado en nuestro país que participó en el proyecto de secuenciación del genoma de diferentes tumores, en su caso de la leucemia linfática crónica.

Quizás hayan dolido -entre los que no saben reconocer el mérito ajeno- los premios, menciones y becas otorgadas a López Otín y su equipo gracias a un trabajo incesante, fructífero e innovador. A pesar de las ofertas para investigar en otros centros fuera de España, él ha querido permanecer siempre en Oviedo. Algo que debemos valorar y mucho en nuestro país, con poca inversión y no demasiada tradición científica.

López Otín precisa un tiempo de reflexión para retomar su camino fuera de las presiones, incluso las bien intencionadas de tantos profesionales y pacientes que queremos que vuelva a su actividad científica. De lo que sí tenemos certeza es de que en cualquier faceta en la que se desarrolle brillará con luz y honestidad propias, como hasta ahora.

Como Carlos López Otín dice a sus alumnos: "Se puede ser competitivo y productivo, y ser buena persona". Una enseñanza que algunos deberían ir asimilando.

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