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Franco Torre

El suicidio juvenil se propaga por las redes

El relato de un padre cuya hija de 14 años se quitó la vida convulsiona Gran Bretaña

El canal japonés de pago Wowow estrenó en febrero de 2004, hace ahora quince años, la serie de animación "Môsô dairinin", dirigida por Satoshi Kon y más conocida por el título con el que se distribuyó en el mercado internacional: "Paranoia agent". En uno de sus capítulos más recordados, "Los planes de la familia feliz", un anciano, un joven corpulento y una niña pequeña se citan, a través de un foro de Internet, para suicidarse. La serie de Satoshi Kon, que demostró durante toda su trayectoria ser un auténtico adelantado a su época, no hacía otra cosa que reflejar una problemática muy extendida en Japón en aquellos años: entre 2003 y 2004, unas 60 personas que quitaron la vida mediante un suicidio colectivo pactado, tras acordar una cita a través de Internet. Quince años después, la práctica del suicidio pactado ha remitido, pero en varios países, incluido España, registran con preocupación un incremento de los porcentajes de suicidios entre los jóvenes, mientras los expertos alertan de la nociva conexión de estas prácticas con las redes sociales.

La verdadera incidencia de determinados factores en hechos sociales suele pasar desapercibida hasta que un suceso concreto ejerce de sacudida y pone de manifiesto su auténtica dimensión. En Gran Bretaña, fue el relato de Ian Russell, cuya hija Molly se suicidó en 2017, cuando tenía 14 años. "Instagram ayudó a matar a mi hija", declaró Russell a la BBC, en una entrevista emitida a finales de enero de este año en la que relató cómo él y su esposa descubrieron, tras el suicidio de la adolescente, que accedía regularmente a contenidos relacionados con la depresión y las autolesiones a través de la red social.

La entrevista de Ian Russell causó una verdadera conmoción en Reino Unido, y llevaron a los medios y a las administraciones a reparar en tres sondeos -de la OCDE, de la empresa de investigación de mercados YouGov y de la National Suicide Prevention Strategy for England- que constatan el incremento de las tendencias suicidas entre los jóvenes británicos y apuntan a una conexión entre las redes sociales y el incremento de suicidios.

En concreto, el sondeo de YouGov, realizado a jóvenes entre los 16 y los 25 años, constata que un 18% de los encuestados considera que "no merece la pena vivir"; que un 27% considera que su vida "no tiene propósito"; que un 48% siente "ansiedad ante el futuro"; y que un 57% reconoce sufrir "una presión abrumadora de las redes sociales para tener éxito". Por su parte, los datos que maneja la National Suicide Prevention Strategy for England resultan estremecedores, al remarcar los altos porcentajes de adolescentes y jóvenes que se autolesionan (que llega a ser de un 20% en el caso de las chicas) o que tienen pensamientos suicidas (algo más de un 6% entre los varones, y hasta un 10% entre las féminas) y constatar que en torno a una cuarta parte buscaron información en las redes sociales antes de quitarse la vida. Una batería de evidencias que han llevado al gobierno británico a preparar un protocolo específico para contener esta tendencia, que incluye un código ético para los gigantes tecnológicos.

Además de las estadísticas, la proliferación de casos de bullying (acoso escolar) y ciberbullying, y la aparición de retos virales como la "Ballena azul" -con el que se relacionó el suicido de un niño de 12 años en Murcia el pasado abril-, son inquietantes indicios de la incidencia potencial de Internet y las redes sociales unas prácticas suicidas que van en aumento. En 2017, último año del que hay datos oficiales, se quitaron la vida un total de 3.679 personas en España, con un incremento del 3,1% respecto al año anterior. Este crecimiento es aún más significativo en el rango de edad entre los 15 y los 29 años, donde el suicidio es ya la segunda causa de muerte por detrás de los tumores. A la hora de explicar las causas de este incremento, muchos expertos remarcan la relación con el consumo de drogas. Pero quizás haya que buscar las razones en las redes, antes que en las calles.

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