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Eduardo Lagar

El capitalismo de vigilancia nos quebrará

La apropiación global de la privacidad hecha por Google y Facebook será "letal para la libertad y la democracia", afirma la experta Shoshana Zuboff

La digitalización nos ha metido de lleno en la era del "capitalismo de vigilancia" y como no despertemos de una vez, como nuestros gobiernos no se pongan a legislar a marchas forzadas para limitar a los gigantes tecnológicos, el sistema democrático tiene las horas contadas. Ése es, muy resumido, el mensaje que lanza Shoshana Zuboff, profesora emérita de la Escuela de Negocios de Harvard, en su último libro "El capitalismo de la era de la vigilancia", donde desarrolla en qué consiste un concepto, ya popularizado, que ella misma acuñó en 2014. El diario "The Guardian" ha dicho que Zuboff firma "la primera explicación definitiva de la condición económica, y por lo tanto social y política, de nuestra era".

¿Qué es el "capitalismo de vigilancia"? El que ejercen multinacionales tecnológicas como Google y Facebook. La "promesa de empoderamiento y democratización" que traía Internet, "que fue real durante algunos años", matiza Zuboff, fracasó cuando "el capital privado se adueñó de Internet" y esos gigantes de Silicon Valley se percataron de que durante la prestación de sus servicios obtenían un "excedente de información personal" que sus usuarios voluntariamente les entregaban a cambio de disponer de unas plataformas supuestamente gratuitas. Entonces Google y Facebook "reclamaron unilateralmente la experiencia humana privada sin que las personas que exudaban esos datos supieran que estaban siendo recopilados", afirma Zuboff en una reciente entrevista en "Recode", donde detalla su análisis.

Vender el futuro. El siguiente paso, apunta Zuboff, fue el hallazgo del extraordinario poder predictivo que tenían esos datos. En función del pasado que los usuarios hemos revelado al detalle, los algoritmos de Google o Facebook proyectan nuestros comportamientos futuros: "Saben qué probabilidad hay de que hagas determinada cosa ahora o después". Están creando la "base de datos del futuro humano". Las herramientas digitales, además, permiten personalizar los mensajes comerciales o políticos que recibe cualquier usuario en función de los hábitos y preferencias, cuyo rastro queda registrado minuciosamente. En estos mercados de publicidad online, sentencia Zuboff, "están negociando futuros del comportamiento humano". Los gigantes digitales convocan a sus clientes para decirles qué haremos en el futuro y cómo pueden ellos rentabilizarlo. "Así que ahora el imperativo económico que define el capitalismo de vigilancia es encontrar mejores productos de predicción, y para ello hacen falta gran cantidad de datos. Todos los posibles". Ya les damos muchos. Pero les daremos más cuando el llamado "Internet de las cosas"-todo tipo de electrodomésticos o vehículos conectados a la red- se haga masivo.

Predicen, pero también intervienen. El capitalismo de vigilancia no sólo trafica con la predicción del futuro. Silicon Valley también practica "economías de la acción", dice Zuboff. Usa sus plataformas combinadas con nuestros datos para "cambiar, modificar y ajustar comportamientos". Ya se ha visto: la propaganda ultraderechista esparcida en las redes sociales en las últimas elecciones norteamericanas y en el referéndum del "Bréxit" -gracias a millones de datos extraídos de Facebook y entregados a la empresa Cambridge Analytica- ha llevado a Trump al poder y al Reino Unido camino del autoexilio de la Unión Europea."Esa arquitectura ubicua que permite (a Google o Facebook) saber tanto de nosotros es un medio global de modificaciones del comportamiento para darnos forma con métodos diseñados para permanecer fuera del alcance de nuestra conciencia".

La mano invisible. Este último matiz es importante. La manipulación no se ve. La tecnología es una caja negra para el común de los mortales. Hasta que estalló el escándalo de Cambridge Analytica, pocos eran los concienciados de que se estaba produciendo una succión global de la privacidad para transformarla en un monumental negocio de venta de manufacturas, experiencias o ideologías. Los gigantes tecnológicos lanzan cortinas de humo constantes con su retórica edulcorada: "Le estamos brindando servicios gratutitos, estamos conectando al mundo, estamos formando una comunidad". Zuboff puntualiza: "No es que parte de eso no sea cierto, es que están desviando la atención hacia la otra parte del iceberg que no está disponible, que no se puede inspeccionar, que se ha ocultado intencionadamente". La máquina que nos vampiriza es invisible.

¿Cuáles son las consecuencias? Primero, describe Zuboff, se está produciendo una concentración de conocimiento "como nunca se ha visto en la historia de la humanidad". Esto produce una "desfiguración institucional" y unas asimetrías de poder y conocimiento "antitéticas con la democracia". Además, puesto que estas plataformas "pueden hacerse con el control de nuestro comportamiento, cambiarlo y modificarlo de forma que no nos demos cuenta", se está produciendo una destrucción de la democracia "desde adentro hacia afuera", desde la persona hacia la sociedad. "Esto está erosionando nuestra autonomía, nuestra capacidad de reclamar nuestro propio futuro y de tomar nuestras propias decisiones".

Despertaos. Zuboff es contundente: "Si quieres lo digital, esto es lo que tienes". Pero las cosas pueden cambiar. Cree que hay que mostrar el iceberg tecnológico, saber cuánto hay bajo la superficie. "Necesitamos despertarnos, un cambio radical en la opinión pública, necesitamos nombrar lo que está pasando, necesitamos comprenderlo. Se les ha permitido (a las multinacionales parasitarias de datos) desarrollarse en esa dirección durante los últimos 20 años, ya que la democracia se ha dormido. No han sido frenados por la ley, por la regulación, y eso tiene que cambiar".

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