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Javier Cuervo

Un millón

Javier Cuervo

El ferial es para vender

En el circo del Mobile World Congress, que convierte Barcelona en un recinto ferial, ante la oportunidad que crean 107.000 visitantes, 2.400 expositores de 200 países y la representación de 10 multinacionales de la gran industria del presente -la mayoría asiáticas (China, Corea del Sur y Japón) y estadounidenses- se le dijo al Rey que proclamara que España es "una de las 20 democracias plenas internacionalmente reconocidas", como si les importara algo a los representantes de estos negocios.

Aunque hubo mil personas gritando contra el Borbón y quemando fotos con su imagen, aunque el presidente Torra -el último de la fila de la gran evasión de la república simbólica de los ocho segundos- no acudiera a saludar oficialmente a Felipe VI, aunque haya habido una larga campaña internacional de engaño acerca del régimen político español, es inoportuna y desproporcionada esta autorreivindicación de lo obvio ante un auditorio desinteresado por este problema local.

Se trata de reservar las oportunidades a los espacios adecuados para no conferirles a los feriales lo que no son y evitar que, en ellos, entre las novedades de maquinaria y la azafatería, acaben produciéndose golpes de Estado, celebrándose coronaciones, autoproclamándose guaidós, firmándose acuerdos del "Brexit", reuniéndose cumbres de simas morales como la pederastia eclesiástica. En fin, evitar en la feria la ambientación de Estado y según qué usos e identificaciones.

Lo que sirve para feriales vale para parques temáticos y no conviene concluir que los de Disney -llenos de princesas- son monárquicos y en eso se parecen a España, pero que, como "Walt Disney presenta desde el país de la Fantasía", valen también para la república de Puigdemont.

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