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Alberto Menéndez

Zozobra en IU

La desunión es un problema recurrente en la coalición de izquierdas

Incorregibles, así son los dirigentes regionales de Izquierda Unida. Contumaces y reincidentes en el error, en no saber superar mediante el diálogo y ciertas dosis de quietud, de sosiego, las continuas crisis a las que se enfrentan, sobre todo cada vez que se acercan unas elecciones, sean del tipo que sean. Una y otra vez tropiezan contra la misma piedra de la desunión, de la división interna.

En esta ocasión, con cuatro comicios en el plazo de un mes, no iba a ser menos. Y eso que las expectativas para la coalición de izquierdas en la región, de acuerdo a los sondeos electorales, eran muy halagüeñas. Pero eso es lo de menos. La tozudez y los personalismos van en el ADN de IU. Da la sensación de que en demasiadas ocasiones lo importante para quienes mandan en esta formación es más el triunfo interno que el de puertas afuera de la organización.

En las últimas semanas IU de Asturias va de revés en revés, de decepción en decepción para un gran número de sus militantes y simpatizantes y más aún para muchos de sus posibles votantes (el número exacto de sufragios perdidos a causa de las habituales intrigas sólo se conocerá tras las consultas electorales de abril y mayo). Paradójicamente, todo el reciente proceso destructivo en el seno de este partido lo originó su dirección estatal, la que lidera Alberto Garzón, aunque también es cierto que el por entonces portavoz de IU en la Junta General del Principado, Gaspar Llamazares, contribuyó a atizar el fuego de la discordia con sus devaneos con otra formación política prácticamente desconocida, Actúa, con la que finalmente va a concurrir a los comicios generales.

Llamazares era el claro número uno de IU en las autonómicas asturianas hasta su deserción. Tras su marcha (hay quien piensa que llevaba meses buscando la oportunidad para irse dadas sus malas relaciones con Garzón) lo normal hubiese sido que las diversas sensibilidades que conforman el partido en la comunidad autónoma se hubiesen conjurado para salvar la situación de la mejor manera posible, dando una imagen de más o menos concordia. Que los seguidores de Alberto Garzón en la región (sector muy minoritario) iban a ir por su lado ya se sabía desde hacía mucho tiempo. Pero que los seguidores de Ramón Argüelles y Ángela Vallina no lograsen ponerse de acuerdo para presentar una candidatura conjunta sirve para demostrar, una vez más, la escasa, o más bien nula, capacidad de IU para superar los enfrentamientos domésticos.

Enfrascados están en la coalición de izquierdas en Asturias con las autonómicas, pero es que antes de ellas se celebrarán las generales. En Podemos vuelven a la carga con la posibilidad de unas listas conjuntas. Cualificados dirigentes de IU aseguran que ya hace tiempo que aquí se decidió ir en solitario, por lo que sólo falta confeccionar las candidaturas. Para aderezar este nuevo debate, pues aparece por ahí de nuevo la figura de Llamazares ofreciendo a Actúa como pareja de baile, lo que, por cierto, no ha sentado muy bien ni siquiera a aquellos dirigentes de Izquierda Unida que siempre defendieron a quien fuera su portavoz en el Parlamento del Principado.

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