Que Gijón es una ciudad de deporte donde el que más y el que menos golea por la escuadra, pasa por el aro o corre que se las pela se pone de manifiesto en que el mayor porcentaje de quejas que recoge el informe municipal sobre reclamaciones y sugerencias pone en el punto de mira al Patronato Deportivo Municipal. Que si está fría -o caliente- el agua de las piscinas, que si no se cumplen los horarios de los cursillos, que si el parqué o el suelo de tal o cual instalación tiene desconchones...
En esta ciudad nadie pasa olímpicamente de quejarse a la autoridad competente (o incompetente, puesto que si hay reclamaciones, algunas tendrán que ver con que alguien en algún lugar no cumple con sus obligaciones). Si bien habría que romper una lanza (o una jabalina, que es instrumento más competitivo) en favor de las buenas gentes del Patronato. ¿Cómo no se va a deteriorar el material deportivo si las instalaciones soportan 1.800.000 usos al año, permanecen abiertas 68.000 horas durante doce meses y los señores munícipes se niegan a incrementar el precio de las tasas municipales?
Para que luego digan que correr es de cobardes: 26.000 gijoneses practican el ejercicio del "running" habitualmente; o sea, que queman zapatilla, que funden cada día los mil metros lisos del "kilometrín" y de esta manera se curan en salud.
En Gijón, con 260 eventos deportivos de nivel el pasado año, el deporte es un grado. ¿Cómo no va a reclamar esta ciudad con vehemencia el grado universitario de Ciencias del Deporte?
