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Sol y sombra

Los monolitos franquistas

La renovación del callejero como obra inacabada

Si el tripartito de Oviedo consigue que la Hermandad de los Defensores quiten los dos monolitos franquistas de la plaza del Fresno habrá conseguido bordar una actuación "gloriosa" que ningún ovetense podrá olvidar por los siglos de los siglos, amén. Qué gran gestión política, qué despilfarro de imaginación para devolverle el brillo a la ciudad, qué capacidad para asumir los grandes desafíos urbanos en la segunda década del siglo XXI. Sólo por esa meritoria actuación habría que volver a votar a los partidos que componen la triada que logró tantos éxitos para la ciudad a lo largo del mandato.

El problema es que ni siquiera su empeño en modificar los nombres de las calles ha prosperado: sigue pendiente de la orden ejecutiva de la juez de restituir los de antes. En ese sentido la plaza del Fresno, de donde quieren erradicar los condenados monolitos, tendría que volver a llamarse de la Gesta, un nombre tan rimbombante como prescindible que, sin embargo y como consecuencia del nuevo fallo sobre el callejero, regresaría a las placas identificativas. De la percepción de los ovetenses no ha tenido tiempo aún de mudarse.

Volcar los principales esfuerzos en sustituir los nombres del callejero siempre me ha parecido, en líneas generales, una pérdida de tiempo. No porque me gusten las denominaciones franquistas, que, tras el largo funeral de la dictadura, tienen para mí el mismo significado emotivo de una castaña mayuca. Sí me preocupa, en cambio, contar con unos gobernantes que toda vez que se lo proponen ni siquiera son capaces de llevar a buen fin una simple renovación del callejero, quién sabe si por torpeza administrativa, por indigencia intelectual, o por...

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