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Millas

El trasluz

Juan José Millás

Pelos de punta

El pasado 3 de marzo un periodista de prestigio -Claudi Pérez- entrevistó a un sociólogo riguroso -Wolfgang Streeck- para un periódico de referencia -"El País"-. He aquí algunas afirmaciones del entrevistado:

-"Con un sistema financiero fuera de control, el matrimonio de posguerra entre capitalismo y democracia va rumbo al divorcio".

-"El BCE es una bestia extraña: tiene que dar una receta única para países muy distintos, no rinde cuentas a nadie y ha acabado derrocando gobiernos, como vimos en Grecia o Irlanda, o enviando cartas a primeros ministros para que hicieran reformas, como vimos en España o Italia. La montaña de deuda que teníamos no se ha esfumado, sigue ahí. Los economistas que más saben de banca dicen que el sistema sigue fuera de control y que en cualquier momento puede haber otro Lehman".

-"Hay que romper el euro pronto. El euro fue un error garrafal. Se han metido ustedes mismos en un rincón, en una camisa de fuerza. Salir del euro será costoso a corto plazo, pero a larga sería incluso más costoso seguir en él".

-"El euro es un régimen monetario para favorecer a Alemania y a sus exportadores. Es un experimento de autodestrucción".

Al finalizar la entrevista, Claudi Pérez señala a Streeck que Merkel, pese a todo, es admirada en España. "No lo entiendo. Despierten", responde el sociólogo.

En fin, ¿cómo se le queda a uno el cuerpo después de este ejercicio antieuropeo llevado a cabo por una cabeza fría, analítica, informada, además de alemana? Ya habíamos escuchado opiniones semejantes, pero venían por lo general de personas o medios poco fiables. La conjunción de los tres factores de prestigio citados más arriba (el entrevistador, el entrevistado y el periódico) es lo que nos pone los pelos de punta. Uno es un ignorante, no sabe nada de finanzas, muy poco de política y tiene que creerse lo que le cuentan en los editoriales de la prensa sobre la globalización. Pero uno no ha perdido la vista, no del todo al menos, ni el olfato, ni el sentido común, y, aunque no siempre se atreva a decirlo, ve cosas que no son como deberían. Por cierto, nadie ha respondido hasta ahora a las afirmaciones brutales del alemán.

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