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LNE FRANCISO GARCIA

Billete de vuelta

Francisco García

El jabalí como problema

Después de muchos destrozos y correrías, el Ministerio de Agricultura comienza a considerar al jabalí como un serio problema. Nunca es tarde si la carabina en buena -o el arco y las flechas-, que diría el optimista patológico, pero también se podría atender la versión del pesimista, que piensa que a buenas horas mangas verdes.

El suido es una fuente de conflicto en territorios periurbanos desde hace años. Cada vez más próximo a las ciudades, cada vez más apetente a meter el hocico en los contenedores, el jabalí se ha convertido casi en una plaga. Y como toda abundancia de una especie animal, su presencia provoca desasosiego.

Cuanto más se despuebla el medio rural, más se aproxima el campo a la ciudad. La ecuación es bien sencilla: el abandono de pueblos y aldeas y la defunción de las prácticas tradicionales de pastoreo y explotación agroganadera causan el avance imparable de la maleza. Los animales salvajes, como los paisanos de los pueblos, se trasladan irremediablemente a los ámbitos urbanos, arropados por esas nuevas zonas de protección que les dan abrigo y cobijo.

Ya no hay vuelta atrás, y, antes de que los jabalíes se conviertan en una molesta y frecuente presencia en nuestros parques y vertederos, se hace imprescindible tomar medidas serias y efectivas, y dejarse de paños calientes y zarandajas. En Oviedo los van a acribillar a flechazos. En Gijón habrá que tomar también medidas, aunque sea a tiros. Eso, o convocar a un grupo de galos irreductibles para que los cacen a mamporros y se los merienden a la luz de la luna mientras un bardo ameniza la velada convocando a la fiesta a los duendes de la lira.

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