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andres montes

Abogado al agua

Cosas que empiezan a estar claras en el juicio del "procés"

Con la de hoy serán dieciocho ya las sesiones del juicio a los principales acusados por la intentona soberanista catalana, un proceso que amenaza con invadir los tiempos electorales pese a los intentos del tribunal por impedirlo. A estas alturas ya podemos tener algunas certezas. Una es que Javier Ortega Smith, mano derecha de Santiago Abascal -en el supuesto de que a la derecha del líder voxonaro quepa siquiera una mano- es mucho mejor nadador que abogado: si en el agua se desenvolviera tan mal como en los estrados se habría ahogado en la travesía a nado a Gibraltar para clavar la bandera española en el Peñón. El verbo impostado y ampuloso de Ortega Smith no sirve para ocultar que, después de tantas jornadas, todavía se le escapan los argumentos centrales en torno a los que comienza a girar la vista oral. Su torpeza estuvo a punto de privarnos de la (¿precocinada?) declaración del mayor Trapero que, con la mediación del juez Marchena, descolocó de nuevo a las defensas al filo del final de la última sesión. Trapero culminó la línea de salvaguarda de los Mossos abierta una semana antes por el comisario Castellví.

El choque del jefe de la policía autonómica con el coronel Pérez de los Cobos fue, a a tenor de lo que se deduce de su relato, una colisión previsible entre dos acostumbrados a mandar. La desconfianza era mutua. Los Mossos están atravesados por la misma divisoria que fragmenta la sociedad catalana. Y una parte de los refuerzos externos llegaban imbuidos del espíritu bélico que encierra el grito de "¡A por ellos!" con que fueron despedidos en sus bases.

Trapero avisó con reiteración a los responsables políticos de a lo que se exponía todos el 1-O. Pero ninguno de aquellos a los que días después estaba dispuesto a detener le instó a apartarse de su deber o a poner al cuerpo armado que encabezaba al servicio de la causa, por lo que la rebelión sigue mostrándose muy escurridiza. Eso comienza a ser tan visible como la torpeza de Ortega Smith, que es hombre de acción más que de leyes, lo que conviene tener en cuenta con tantas urnas por delante.

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