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Pablo González

En territorio comanche

Pablo González

Mariño, ¡tú sí que sabes!

El peligro de que el Sporting caiga en la euforia tras la victoria ante el Oviedo

Apagados los ecos de la celebración y con los niveles de adrenalina de regreso a parámetros normales, del derbi quedan latentes varias imágenes y debates que siempre van de la mano tras la disputa de un Sporting-Oviedo tan accidentado.

Unos se quejan del arbitraje y de las condiciones de un viaje con tiempos y medidas higiénicas, dicen, de finales del siglo XIX. Cuando se pierde, nada como echar mano del enemigo externo para eludir los debates puramente futbolísticos. Aunque en este caso la culpa no ha sido del empedrado -nada que decir del manto verde de El Molinón- sino del arbitraje y de la escasez de mingitorios. Los otros aguantarán hasta el viernes -día en el que les toca rendir visita al Málaga- con la sonrisa en los labios tras la victoria en el derbi que los vuelve a meter en la pelea.

Pero hasta ahí, porque la tropa rojiblanca debería aplicarse aquello de "ganamos, pero sin presumir" que decía Luis Aragonés. Aunque tampoco hace falta tirar de clásicos. Basta con volver a visionar de nuevo la celebración de los rojiblancos al término del partido en El Molinón y ver cómo Mariño -clave en el campo, pilar fuera de él- hacía claros gestos a los más eufóricos pidiendo calma, recordándoles que todavía no se ha logrado nada más allá de ganar al eterno rival por primera desde su regreso al fútbol profesional. El meta gallego sabe que este tipo de "resacas" después de un subidón tan grande pueden acabar mal. Ahí está lo que le ocurrió, sin ir más lejos, al Oviedo la temporada pasada cuando ganó en el Tartiere el derbi. Los de Anquela iban lanzados y el Sporting iba camino de ser devorado por la nada. Y pasó lo que pasó: los azules entraron en barrena y el Sporting enlazó una racha histórica de victorias que le permitió meterse en el play-off e incluso tener en su mano el ascenso directo antes del hundimiento final.

La plantilla rojiblanca sabe que está ante la última oportunidad de que la temporada no acabe en decepción después de unos meses marcados por esa irregularidad que termina sumiendo a los equipos en la aburrida mediocridad. Con cuatro de cuatro, al Sporting aún le quedan por delante muchas semanas para seguir apretando los dientes. El calendario, al margen de los puntos que aún separan a los de JA de los puestos de privilegio, así lo demuestra. Tras el viaje a Málaga, los gijoneses enlazarán con la vista al Tenerife, que este año ya le ha dado en el Heliodoro Rodríguez algún que otro susto a equipos que andaban y andan metidos en la lucha por el ascenso. Y después será el turno de equipos que se estarán jugando cosas por arriba y por abajo (Granada, Nàstic, Elche, Mallorca, Lugo, Zaragoza, Albacete y Cádiz).

Diez partidos, dejando al margen la victoria segura antes el Reus, que darán la vida o se la quitarán al proyecto rojiblanco. Para seguir respirando a los de JA no les queda otra que seguir sumando y esperar al fallo de los equipos que aún les preceden en la tabla.

De momento, las sensaciones son las que son, con la efectividad por encima del fútbol. Sin olvidar que la racha de doce de doce, además de al equipo y a la grada, le ha sentado muy bien al técnico de los gijoneses, que parece que ha encontrado el dibujo y el estilo que mejor le está sentando al Sporting, además de comenzar a fiarlo todo a un once que últimamente sólo varía por culpa de las lesiones y las sanciones.

Los triunfos todo lo arreglan, y más si es en el clásico regional, pero el objetivo no era ese cuando se hizo lo que se hizo este verano y luego otro tanto en invierno. Así que adiós al derbi, hola al Málaga y hacer caso a Mariño, que él sí que sabe.

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