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El cambio climático visto desde el espacio

El uso de la teledetección para controlar el medio ambiente

La observación de la Tierra a vuelo de pájaro fue un sueño para el género humano, del que comenzó a despertar cuando irrumpió la teledetección o detección remota. En efecto, el lanzamiento de sondas y satélites artificiales supuso la posibilidad de obtener imágenes inéditas del planeta azul.

Aunque la fotografía aérea ya permitió percatarse inicialmente de la geografía terrestre, la carrera espacial no alcanzó su plenitud hasta la década de los 60 del pasado siglo al equiparse los satélites con equipos adecuados para registrar ondas del espectro no visible emitidas o reflejadas por nuestro cuerpo celeste. El inicio de la exploración tripulada del espacio se remonta a los programas Sputnik (desde 1957), Mercury (1958), Vostok (1961), Gemini (1965), Soyuz (1967) y, de manera especial, al proyecto Apolo de la agencia estadounidense NASA, que logró la hazaña de alunizar en 1969 en la luna.

A diferencia de las fotos convencionales, las imágenes multiespectrales proporcionan información dentro de un rango de longitudes de onda específico, abarcando frecuencias más allá de la luz visible (microondas e infrarrojo), es decir, que no pueden ser percibidas por el ojo humano. Otro tipo de representaciones de amplia utilización son las denominadas radar, un sistema que posee la ventaja de poder operar en cualquier situación atmosférica y tanto de día como de noche; esta tecnología utiliza un sensor activo que emite un haz energético de microondas -zona del espectro electromagnético comprendida entre las bandas del infrarrojo y de radio-, registrando luego la radiación reflejada resultante de interactuar con la superficie terráquea.

A partir de los años 70 Estados Unidos de América colocaron en órbita los satélites "Landsat", diseñados para obtener una visión del terreno en alta resolución. Las referencias suministradas por sensores de barrido multibanda -desde el azul al infrarrojo térmico- son recogidas y procesadas en las estaciones de Kiruna (Suecia), Fucino (Italia) y Maspalomas (España); su interpretación permite discernir con nitidez estructuras geológicas, tipos de rocas, variedades vegetales, diferencias de humedad en el suelo, etc. Por su lado, en 1986 Europa emprendió el programa "Spot", que provee imágenes multiespectrales diseñadas para su observación estereoscópica, lo que conlleva poder elaborar modelos digitales del terreno.

La creciente preocupación por el cambio climático propició el que la Agencia Espacial Europea (ESA) pusiese en marcha hace cuatro años el "programa Copérnico", compuesto por satélites nombrados "Sentinel". Estos van dotados de sofisticados equipos de radar, espectrales y de otras tecnologías punteras, programados con la finalidad de monitorizar la Tierra y vigilar el medio ambiente, ya que ejercen una misión permanente de inspección tanto terrestre, como oceánica o atmosférica. El centro de control se encuentra en la localidad italiana de Ispra (Lombardía), donde se ubican varios institutos del Centro Común de Investigación (JRC) de la Comisión Europea, responsabilizados en dar una visión global de lo que ocurre en el mundo.

Gracias a la excelente calidad de las imágenes que procuran, estos "centinelas" espaciales europeos prestan un gran apoyo a la cartografía temática, además de ser capaces de registrar la temperatura, el color y la altura de la superficie marina, el grosor del hielo en las zonas polares, el estado de la vegetación, la expansión de la desertización y la gestión de emergencias naturales (inundaciones, incendios, tormentas, terremotos, tsunamis, erupciones volcánicas, huracanes, etcétera).

Las siete misiones Sentinel llevadas a cabo -cada una integrada por dos satélites- pretenden objetivos desiguales. La Sentinel-1, con su primer satélite lanzado el 3 de abril de 2014, transmite de modo constante señales de radar terrestres y oceánicas. Sentinel-2 surte imágenes ópticas de alta resolución sobre vegetación, suelos, vías navegables y zonas costeras. Sentinel-3, dotado de un radar altímetro, facilita servicios de vigilancia general del globo, aunque su principal cometido está centrado en la investigación marina. Sentinel 4 y 5 controlan con un espectrómetro la composición atmosférica, ofreciendo mediciones detalladas del ozono, dióxido de nitrógeno, dióxido de azufre, monóxido de carbono y aerosoles, aparte de otros contaminantes que afectan al aire que respiramos. Sentinel-6 se ocupa de la altimetría de alta precisión. El último satélite, el Sentinel-7, puesto en órbita el 25 de abril de 2018, tiene el propósito de aumentar la cobertura y la producción de datos para el programa medioambiental.

Añadir que la aventura del espacio está de aniversario, pues se cumplen 20 años de la colocación en órbita -a unos 400 kilómetros de altura- de la "Estación Espacial Internacional" (ISS), una construcción dedicada a la investigación científica que se erige en uno de los logros más importantes de la ingeniería sideral.

Como se puede constatar, todo un reto para estudiar y conocer mejor la problemática que aqueja al entorno más próximo. Comparto la opinión de la eminente científica británica Jane Goodall cuando proclama: "Ahora que finalmente nos hemos dado cuenta del terrible daño que hemos ocasionado al medio ambiente, estamos extremando nuestro ingenio para hallar soluciones tecnológicas".

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