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Clave de sol

De la alarma al desconcierto

La urgente necesidad de un poquito de sosiego

Varios comentaristas periodísticos coinciden estos días en valorar el panorama político español ante las elecciones como una especie de gallinero alborotado por el desconcierto general y una derecha en la que predomina el pesimismo. Las previsiones oficiales favorecen a la izquierda, pero la situación es aproximadamente inédita y puede ocurrir cualquier cosa. Las encuestas tienen todo el aspecto de estar cocinadas.

Ante semejante panorama, algunos nos vemos como pasajeros de una embarcación con el casco roto y azotada por el oleaje donde los tripulantes, en vez de achicar agua, repartir salvavidas y arriar los botes, lloriquearan por la cubierta frente a un inevitable naufragio. Pero el sobrevenido gobiernillo que nos aflige ofrece lo que no soportará el presupuesto antes de que todos nos vayamos a pique.

Lo que parece urgente a cierta izquierda no es tanto prever el futuro como cambiar a su gusto un pretérito remoto que no les agrada, como se ha hecho al modificar el callejero con criterios arbitrarios. En general, siendo realistas, las estrategias de la campaña, y aún las tácticas, consisten hasta ahora en una engarradiella de todos contra todos, sin suficiente orden ni concierto donde, antes que coherencia, hay improvisación.

Pero la característica clave de una campaña, más que modificar pretéritos, ofrecer ventajas en grado de tentativa y menos aún promesas sin clara financiación, lo que debe poner de manifiesto es su particular enfoque de los problemas generales de los ciudadanos y ofrecer su específico modo de resolverlos hasta donde se pueda con las previsiones razonables.

Y ¿qué nos queda a los verdaderos destinatarios del mensaje de los distintos partidos? Pues, aparte de patalear, yo diría que poner provisionalmente en cuarentena las promesas de los políticos y en su día votar a "los nuestros" de siempre y que salga lo que sea. Eso sí, cuidando en lo posible de que la matemática electoral previsible no nos haga la faena de perder el voto por la actual división de quienes consideramos los nuestros.

Curiosamente, el programa socialista, ya editado, ni siquiera menciona el problema clave de la hora: la clara y gravísima rebelión catalana que hasta impide la visita del Papa. Pero nunca llovió que no escampara. De poco vale hacerse mala sangre ante lo que pueda ocurrir. Como aconsejan los argentinos: no se hagan problema. Y si ganan los que antes no habían sido elegidos, aprenderemos la lección para la próxima vez.

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