Aun reconociendo la buena fe y las honradas intenciones de los representantes vecinales que ayer levantaron el campamento municipal tras reunirse con la delegada del Gobierno, cabe pensar que los encerrados en el salón de plenos han gastado pólvora en salvas. Dicho sea sin ánimo de tirotear una iniciativa que se supone colegiada pero que, a la vista del resultado, no da para tirar cohetes. Y si se trata de una victoria, habrá sido pírrica.
El compromiso que los vecinos obtuvieron de la reunión celebrada en Oviedo no supone ninguna novedad. Que el convenio del plan de vías pasará por el Consejo de Ministros antes de que se celebran las elecciones generales ya lo dijo, en voz activa, en pasiva y en perifrástica el consejero de Infraestructuras. También la candidata del PSOE a la Alcaldía de Gijón empeñó su palabra hace semanas en idéntico sentido. ¿Resulta más fiable la palabra de una señora que ocupa un cargo que no cuenta apenas con competencias, por mucho que le deleguen? No es que haya que dudar de la palabra de Delia Losa, pero reconozcan tirios y troyanos que para viaje tan corto no hacían falta semejantes alforjas. Ni hinchar un cama "restform" ni requerir los servicios del repartidor de pizzas.
Antes de la llamada a las urnas para elegir a diputados y senadores restan tres viernes: el de hoy, el siguiente y el de Semana Santa. O sea, que si el gabinete de Sánchez no lleva el asunto ferroviario de Gijón en el orden del día de esta mañana, solo queda el próximo para cumplir la promesa empeñada. Tendría gracia que el convenio del plan de vías saliera de Moncloa un Viernes de Dolores. Con lo que está costando este parto, que viene de nalgas.
