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Diaconía de la belleza

El arte como aliento de la esperanza de la humanidad

Hace veinte años que Juan Pablo II dirigió una Carta a los artistas, "que con apasionada entrega buscan nuevas epifanías de la belleza para ofrecerlas al mundo". Fue el 4 de abril de 1999. En ella, el Pontífice manifestaba su deseo de que la alianza entre la Iglesia y los artistas se mantuviese siempre viva y fecunda. El Papa tenía en la mente a "los artistas de la palabra escrita y oral, del teatro y de la música, de las artes plásticas y de las más modernas tecnologías de la comunicación", y de modo particular "a los artistas cristianos".

Treinta y cinco años antes, el 7 de mayo de 1964, fiesta de la Ascensión, Pablo VI celebró, en la Capilla Sixtina, la "Misa de los artistas", cuya misión, dijo, consiste "en recoger del cielo del espíritu sus tesoros y revestirlos de palabras, de colores, de formas, de accesibilidad". Sin embargo, se han distanciado de la Iglesia, reconoció el Papa en la homilía: "Nos habéis abandonado un poco, os habéis ido lejos, a beber a otras fuentes, con la intención legítima de expresar otras cosas, pero ya no las nuestras".

Aunque tampoco es que la Iglesia haya estado especialmente amable con ellos: "Os hemos turbado", "os hemos abandonado", "no os hemos explicado nuestras cosas", "no os hemos tenido como alumnos, amigos e interlocutores". De modo que, llegados a este punto, y habiendo puesto de relieve que las deslealtades eran mutuas, Pablo VI les propuso hacer las paces: "¿Queréis volver a ser amigos?". Al año siguiente, en diciembre de 1965, al clausurar el Concilio Vaticano II, se dirigió nuevamente a ellos, diciéndoles: "Sois los guardianes de la belleza en el mundo".

Para rememorar aquella Misa celebrada por el Papa Montini y la Carta escrita por el Papa Wojtyla, Benedicto XVI reunió, el 21 de noviembre de 2009, en la Capilla Sixtina, a representantes de todas las artes. Les recordó un pensamiento impactante del pintor Georges Braque: "El arte está hecho para turbar, mientras que la ciencia tranquiliza". Pero, sobre todo, les dijo el Papa, el arte tiene la alta misión de alentar la esperanza de la humanidad, suscitar sueños y esperanzas, y ensanchar los horizontes del conocimiento y de la actividad humana.

Este fabuloso magisterio pontificio sobre el arte y los artífices halló eco en el corazón de los esposos franceses Anne y Daniel Facérias, que, en 2012, cuando el Sínodo de los Obispos sobre la Nueva Evangelización, en Roma, se sintieron llamados a incoar un proyecto de diálogo y de colaboración entre la Iglesia y los artistas, al que han designado con un nombre que expresa perfectamente el carácter ministerial y eclesial de la tarea: "Diaconía de la belleza".

El matrimonio Facérias contó siempre con el apoyo de Dominique Rey, obispo de Fréjus-Toulon, que ha sido prácticamente cofundador junto a ellos de la Diaconía, y en esta diócesis del sur de Francia se realizan las acciones más emblemáticas del programa, al que ya se han incorporado promotores afincados en París, Lyon o Toulouse.

Organizan liturgias vespertinas, a las que sigue un coloquio con un artista; un simposio anual en Roma sobre arte y fe, coincidiendo con la fiesta del beato fra Angélico; cursos sobre materias que se correspondan con los fines de la Diaconía; el "Festival Sacro de la Belleza" en Cannes, durante los días del famoso certamen del cine; ayudan a artistas que precisan de medios para realizar su vocación y habilitan residencias para que puedan desarrollar su genio creador.

Los impulsores de esta interesante iniciativa estiman que la sociedad actual padece un inmenso vacío de belleza, de sentido y de espiritualidad, y que necesita de la elevación, la verticalidad y la trascendencia que el arte proporciona, no sólo a los creyentes, sino también a los que no tienen fe. Hay, además, en todas partes, músicos, cantantes, escritores, arquitectos, pintores, escultores, actores, cineastas y bailarines, que se sienten profundamente solos. Y, de estos, algunos han encontrado, en esa aún pequeña familia de la "Diaconía de la belleza", un ámbito para vivir, con otros, su apasionada búsqueda de la Belleza, la Verdad y el Amor.

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